Miguel Hernández, El pez más viejo del río

 "El pez más viejo del río,

de tanta sabiduría 

como amontonó, vivía

brillantemente sombrío.

Y el agua le sonreía.


Tan sombrío llegó a estar

(nada el agua le divierte)

que después de meditar, 

tomó el camino del mar,

es decir, el de la muerte.


Reíste tú junto al río,

niño solar. Y ese día

el pez más viejo del río

se quitó el aire sombrío.

Y el agua te sonreía". 


Miguel Hernández, "El pez más viejo del río", La savia sin otoño. Antología poética, Barcelona, Círculo de Lectores, 1992.






Comentarios

  1. Y ahora, a petición del público, "El río recién nacido", de Gloria Fuertes:

    El poeta de ciudad
    se va al campo a respirar.
    Montado en su bicicleta,
    se va a la montaña el poeta.
    -¡Mira un lirio!
    ¡Qué delirio!
    Huele a tomillo y a menta,
    Este aire puro alimenta.

    No se oye nada ¡Silencio!
    Sólo se oye el viento lento.
    (El poeta canta
    y a los mosquitos espanta)

    De pronto, una cosa mágica descubre,
    Chorrito de agua a la montaña cubre.
    El río recién nacido,
    Un hilo de agua entre las piedras,
    míralo, no te lo pierdas.
    (El agua recién nacida aún sabe a nieve.
    Es agua clara y fresca,
    El poeta se refresca.
    ¡Agua en la piedra!
    Es algo de belleza que nace.
    El saltamontes salta,
    La oveja pace.

    El poeta volvió alegre a la ciudad
    Del ruido y del coche,
    volvió de noche,
    y dijo:-¿Sabéis por qué me río?
    ¡Porque he visto nacer un río!

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