ÁGRAFA LIBERACIÓN -- Julie London: You and the night and the music
El escritor Gómez quería, por encima de todo, lograr la comunicación perfecta con el lector y convertirlo en un adicto a su obra. El lector Pérez era adicto a su obra y anhelaba, con ferocidad, más y más libros de Gómez. Una tarde, Gómez se afanaba sobre su teclado frente a un magnífico espejo de imagen profunda, diríase que con luz propia y enmarcado en oscuro y fragante ébano. El espejo lo había recibido como regalo de un lector, de un tal Pérez. Esa misma tarde, Pérez releía apasionadamente un libro de Gómez frente a un espejo gemelo al que había enviado a su idolatrado escritor. No les digo a ustedes más que una cosa: ambos espejos se habían fabricado de los mismos materiales y utilizando para su primera limpieza agua del Tajo en un sospechoso y arcaico taller ubicado en Toledo. El milagro se produjo: la perfecta comunión entre ambos. Prevaleció, como es natural, la locura fanática de Pérez y en consecuencia Gómez se convirtió en su esclavo, dedicado a escribir día y noche, sin más descanso que el preciso para sobrevivir. Las obras completas de Gómez ocuparon varios metros lineales de estanterías en las bibliotecas. Una tarde, tras concluir el que fue su último libro, el escritor murió. Inmediatamente después de leerlo, murió el lector. Se titulaba “Ágrafa liberación”.
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