Miguel DELIBES, Con la escopeta al hombro -- Gwendal: An dro nevez

<<Ortega, como sabemos, llega a la conclusión de que el cazador es un hombre alerta. Esto es exacto. Ahora bien, para ser un hombre alerta, para serlo enteramente, sin servidumbres, hay que estar solo. Esto presupone que únicamente el cazador solitario es un hombre en situación de libertad sin cortapisas, capaz de crear su propio destino, sea éste favorable o desfavorable>>.

<<El día que a las doce de la mañana las sombras son blancas, ése, con toda seguridad, es el día de la perdiz. Con esto quiero decir que el día propicio para ver perdices y para cobrarlas es el día calmo, de helada fuerte, cielo enrasado y sol centelleante en lo alto. Pese a este sol, la temperatura, allí donde sus rayos no inciden, es de hielo y la escarcha se difumina pero no desaparece. En otras palabras, el día de la perdiz es aquel en que la nariz se quema o se hiela, según la mano marche de cara o de espaldas al sol>>.

Miguel DELIBES, Con la escopeta al hombro, Barcelona, Destino, 1971.







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