Sartori, La democracia después del comunismo / Gramatik: Just Jammin

   <<La "cultura de la revolución" tiene por objeto la exaltación de la revolución. Hasta la mitad de nuestro siglo la idea de que la violencia era "buena", si existía, era una idea de pequeñas sectas de conspiradores. Entre los revolucionarios existía la convicción general de que la revolución era necesaria y la violencia era, desgraciadamente, un ingrediente inevitable. Pero en aquellos años surgieron en Occidente unas generaciones de jóvenes que nunca habían pasado hambre, que no habían padecido la guerra y mucho menos las revoluciones, y por lo tanto carecían de una verdadera experiencia de violencia y muerte en su propia piel. Eran también, incluso quizá por esto mismo, unas generaciones de idealistas fácilmente convertibles al perfeccionismo democrático.
   El perfeccionista mantiene que los ideales han de realizarse al pie de la letra. Cuando se da cuenta de que al forzarlos se trastocan y se producen resultados contrarios, su única receta es aumentar la dosis, exagerarlos. Y ante el inevitable fracaso se produce otra espiral viciada. Lo existente es intrínsecamente malvado, y para extirpar el mal del mundo es necesario despedazarlo, destruirlo y crear un nuevo mundo ab imis fundamentis. La cultura de la revolución proporciona la coartada intelectual a este impulso, a esta rabia>>. 

  <<El evangelio de Marcuse afirmaba nuestro tiempo era el "tiempo de la negación". Pero, en realidad, lo fue de la negación de las sociedades libres que lo permitían. [...] El legado de los años sesenta es una "cultura adversaria", la idea de que es necesario ser críticos a la fuerza y de que la independencia de la mente nos impone ser siempre agresivos o contrarios>>.  

   <<La izquierda se configura por medio de la televisión, es decir en imágenes. El centro del problema es que la televisión privilegia la acción y oculta el discurso. Los acontecimientos "videodignos" (cuando se han agotado los muertos, los homicidios, los incendios, las inundaciones, los terremotos y otros desastres naturales) son las manifestaciones, las protestas, las violencias y los enfrentamientos. Es cierto, se admite cualquier "bustoparlante": pero se prefieren las entrevistas casuales a quien no tiene nada significativo que decir; y quien se supone que tiene algo que decir sale en las ondas únicamente durante un tiempo máximo de veinte segundos. Finalmente, para el videodependiente informado sólo por medio de la televisión -y ya hay muchísimos- la política se reduce a lo siguiente: por un lado la acción directa y las consignas de los manifestantes y por otro la retórica en píldoras y efectista del demagogo y del populista>>.

Giovanni Sartori, La democracia después del comunismo, Madrid, Alianza Editorial, 1993  

https://youtu.be/UHffJ0qC9Ko   Gramatik: Just Jammin




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