Julio Verne, Miguel Strogoff

     <<Además, para atravesar las filas de los rebeldes e invasores, se necesitaban un valor e inteligencia sobrehumanos; pero con la inteligencia y el corazón se va a todas partes.

      - ¿Encontraré esa inteligencia y ese corazón?, preguntábase el Zar>>.

     <<Miguel Strogoff tenía el temperamento del hombre decidido, que adopta rápidamente una resolución, que no se muerde las uñas en la incertidumbre, que no se rasca las orejas en la duda y que no da un paso en la indecisión, y, sobrio en los ademanes como en las palabras, no sabía permanecer inmóvil como un soldado ante su superior; pero cuando caminaba, su paso revelaba gran seguridad y notable desenvoltura en los movimientos, lo que era prueba de la confianza y de la gran fuerza de voluntad de su espíritu>>. 

Julio Verne, Miguel Strogoff, Madrid, Ediciones Alonso, 1967. 

https://youtu.be/-wY_8XgejcA    Simon Keenlyside en La Flauta Mágica 

En esta relectura observo que toda la lógica de la historia se apoya en la circunstancia de que cuando se produce la invasión tártara y se interrumpe la comunicación telegráfica con Siberia, el Zar tenía una información que su gobierno ignoraba: que el traidor Iván Ogareff está al servicio del enemigo y pretende presentarse en Irkutsk, ganar la confianza del gran duque -hermano del Zar- y entregar al enemigo la ciudad y la vida del gran duque.  Por eso es necesario un emisario, un correo que personalmente lleve la noticia a Irkutsk. Que los servicios de información ignorasen esto pero lo supiera el Zar (mediante cartas anónimas) es, quizá, un punto débil de la trama, pero se olvida inmediatamente, si es que se llega a advertir, porque el relato arrebata inmediatamente al lector y lo pone en el camino de Irkutsk, donde las aventuras no dejan margen para las dudas y cada lector se convierte en el valiente, fuerte, virtuoso y resuelto héroe, en Miguel Strogoff.