Hemingway, Islas a la deriva
"Los cantos continuaban aunque desordenados. Además de los cohetes, desde los botes disparaban rifles y pistolas y desde el muelle Brown las balas luminosas de una ametralladora Tommy iban dejando sus huellas en el agua del canal. Disparó tres o cuatro ráfagas, luego vació un cargador lleno, y las balas rojas castañetearon sobre el embarcadero en un bello arco de armoniosa curva".
"-¿De quién más te acuerdas?
-Del señor Joyce.
-¿Cómo era?
-Era alto y delgado y llevaba bigote y una perillita que le temblaba sobre la barbilla al hablar y llevaba gafas de cristal muy grueso y andaba con la cabeza alta".
"El señor Joyce no podía soportar al señor Ford. Y también el señor Pound le ponía los nervios de punta. <<Ezra está loco rabioso, Hudson>>, solía decirle a papá".
"Era morena y tenía una piel deliciosa y el aspecto de un miembro muy joven, refinado y vicioso de la familia Cenci. Tenía la moral de un aspirador y el alma de una máquina tragaperras, buena figura y una expresión de vicio encantadora".
"Si puede curarse con algo menos fuerte que la muerte es sencillamente porque no es dolor verdadero".
Ernest Hemingway, Islas a la deriva, Barcelona, Seix Barral, 1984, 409 p.
https://youtu.be/1jZziub75eo Silvio Rodríguez: Te doy una canción
Aunque el tema es el carácter de las personas, la bebida y el amor de un padre hacia sus hijos, hay buenas páginas dedicadas a la pesca, a las peleas, a la soledad y a los gatos. Con atención a los vientos. Todo lo cual no evita que sea una novela algo confusa y una pizca aburrida.
La última la mejor. Nada como la muerte para eliminar el dolor.
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