J. Caro Baroja, Las brujas y su mundo - Brujería en el Renacimiento. Lutero y las brujas.

   "La Celestina como arquetipo.  [...] aunque Fernando de Rojas dibujó un espléndido personaje tomando elementos de la literatura latina, de Ovidio, de Horacio, etc., resultó que su dibujo correspondía tan perfectamente con tipos reales que podían encontrarse en las ciudades españolas en los siglos XV y XVI, que dio un patrón excelente a los cultivadores de la literatura realista. Celestina (y cada una de sus discípulas, hijas y descendientes más o menos legítimas) es una mujer mal afamada, que después de haber pasado la juventud como mercenaria del amor, se dedica en la vejez a servir de alcahueta o tercera, dirigiendo también con su consejo a una serie de prostitutas y rufianes. Es hábil perfumista y fabricante de cosméticos o productos de belleza. Pero además practica la Hechicería; la Hechicería erótica ante todo. Sus conjuros diabólicos son sabios, complicado su laboratorio, en el que se mezclan las plantas con propiedades reales (medicinales o venenosas) y aquellas mismas sustancias de que hablaban los poetas latinos con horror, pero sin saber nunca demasiado acerca de sus efectos verdaderos. Porque Celestina busca también, como Canidia y las hechiceras del Esquilino, la grasa de los muertos y la de los niños, si es preciso, para hacer sus ligazones y hechizos.   [...] 

   La justicia civil, tanto o más que la eclesiástica, castigó de continuo a esta clase de mujeres mixtas de hechiceras y alcahuetas y, que yo sepa, pocas autoridades del Renacimiento, en Italia o en España, fueron capaces de negar que sus maleficios fueran eficientes. En cambio, pronto hubo muchos hombres distinguidos que se negaron a admitir que los hechos relatados por los autores del Malleus o consignados en los procesos contra las brujas voladoras y asistentes al Sabbat o a otras reuniones semejantes fueran verdaderos". 

   "Lutero fue hombre que creyó firmemente en el poder de los maleficios. En el capítulo tercero de su comentario a la Epístola a los Gálatas habla del imperio del Demonio sobre el mundo de modo muy significativo en este orden. El pan que comemos, lo que bebemos, los vestidos que usamos, el aire que respiramos están dominados por él. Puede, por medio de las <maléficas>, hacer grandes daños en hombres, niños y animales, producir tempestades, etc. En otras partes el mismo reformador dio muestras de su credibilidad, pues reconoce, por ejemplo, que su misma madre tuvo una pendencia con cierta bruja. Melanchton parece haber defendido el punto de vista anterior, así como lo defendieron otros teólogos lanzados de lleno al protestantismo". 

   "Por la misma época, uno de los escritores más ilustres de Francia, Montaigne, manifestaba una incredulidad casi absoluta en lo que a brujerías se refiere. Pero la polémica no terminó sino mucho después y aun casi durante un siglo se siguieron achicharrando brujas aquí y allá, mientras las prensas gemían a menudo cada vez que habían de dar a luz un libro a favor o en contra de la tesis realista. Sin embargo, también durante mucho tiempo por cada libro que exponía dudas (aunque fueran templadas por la prudencia) salían docenas de ellos completamente afirmativos". 

Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, Alianza Editorial - Ediciones del Prado, 1993; capítulo 7, "La crisis renacentista", pp. 133-148.  Las citas son de las pp. 135-137,  145-146 y 147.



https://medium.com/@Mr_maquiavelo/la-bruja-que-s%C3%AD-ardi%C3%B3-un-mito-sobre-la-inquisici%C3%B3n-espa%C3%B1ola-parte-ii-c1bd1a778bdd


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