Úrsula K. Le Guin, El ojo de la garza

"Señaló hacia la derecha, hacia la escarpada ladera de broza y árboles convertida ahora, bajo la menguante luz, en una oscura pared. -Más arriba hay un claro, donde un par de árboles cayeron y dejaron un espacio libre. He encontrado unos áloes y me he dedicado a coger los frutos. He mirado por encima del hombro... he tenido la sensación de que algo me vigilaba. Estaba en el otro extremo del claro-. Hizo una pausa, no para dar efecto a sus palabras, sino para ordenar la descripción. -También recogía áloes. Al principio lo he tomado por un hombre. Parecía un hombre. Cuando se ha puesto a gatas, he visto que no era mucho más grande que un conejo. De color oscuro, con la cabeza rojiza... una gran cabeza; parecía demasiado grande en relación con el resto del cuerpo. Un ojo central, como el de los no-sé-qués, que me miraba. Creo que también tenía ojos a los lados, pero no lo he visto bien. Me ha clavado la mirada un minuto, se ha vuelto y se ha internado entre los árboles. - Su voz sonaba baja y serena.

- Parece aterrador - comentó Luz tranquila - pero no sé por qué". 

Úrsula K. Le Guin, El ojo de la garza, Barcelona, Tesys, 1988. 

https://youtu.be/zSAJ0l4OBHM     America: A horse with no name

A esta escritora le gustaban las historias sobre mundos nuevos -no muy diferentes de la Tierra, para que los humanos puedan vivir- donde comenzar una nueva civilización. Naturalmente los colonos arrastran consigo lo bueno y lo malo de su origen, pero sus héroes y heroínas son conscientes de la necesidad de combatir el mal, aunque a veces no sepan cómo.  Las descripciones del paisaje y la naturaleza son, con alguna frecuencia, magníficas. Los conflictos sociales enfrentan a los buenos contra los malos, pero se advierte un esfuerzo para evitar caer en un completo maniqueísmo, esfuerzo loable no siempre coronado por el éxito. Lástima no haber descubierto a esta escritora a los, digamos, trece años.