G. Torrente Ballester, El golpe de estado de Guadalupe Limón
“En el corazón del honrado estanciero que Arminda tenía por marido, se iniciaba la sombra de una sospecha y, acosado por los celos incipientes, se disponía a espiar a su esposa amada, cuando Guadalupe Limón, repentinamente puesta en pie, gritó con voz desfalleciente: -¡Aire, aire! ¡Me ahogo!
Y se dejó caer en los brazos
de Clavijo.
Revuelo. Voces. Rosalía,
estupefacta, vio como el general atravesaba el café con Guadalupe en brazos,
desmayada. Los caballeros justificaban el desmayo y las damas aseguraban que
era pura farsa, trama de la envidia para interrumpir la lectura de la novela.
Dos o tres jovenzuelos hicieron compañía al general, franqueándole la puerta, y
ya en la calle dieron consejos para el remedio del soponcio. Pero el general
los despachó.
-Me basto solo. Gracias.
<<Me basto solo>>
había sido hasta entonces el lema de su conducta militar y política; y por eso
le odiaban los aficionados a colaboraciones y contubernios. Y para el cuidado
de Guadalupe Limón también se bastaba solo”.
https://youtu.be/u1ZoHfJZACA Black: Wonderful Life
Estupenda novela.
?Y en la vida de las mujeres,Irene, qué son los grandes momentos?
ResponderEliminar"Grandes motivos", decía G. T. B. Pero el gran momento puede ser cuando se consigue aquello que tanto se deseaba (el gran motivo), verbigracia, ser la primera concubina de Fu Manchú.
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