Pío Moa: sobre los mitos

    "Suelen denominarse mitos los relatos inspiradores de sentimientos y conductas religiosas o éticas, que también refuerzan la identidad comunitaria. Deben de responder a una necesidad psicológica, porque incluso las ideologías antirreligiosas producen sus mitos, piénsese en el 'buen salvaje' o el 'proletariado' con su cortejo de relatos más o menos históricos o literarios, que fundan la adhesión a ellas. En nuestra época, no muy religiosa, la publicidad y la propaganda crean sin tregua mitos, generalmente triviales. Así son llamados figuras y sucesos variopintos del arte, el espectáculo, la política, etc., por su capacidad para inspirar en la gente identificación emocional e imitación, erigiéndose en modelos de conducta o de sentimientos.

   El lenguaje original del mito es simbólico, se vale de personajes y hechos irreales o cuya realidad ha sido transformada, para los fines inspiradores indicados, de tipo religioso o ético. El simbolismo nace de la dificultad o imposibilidad de expresar en forma lógica tales fines, referidos en resumen, al elusivo sentido de la vida. De esa irrealidad, en otros casos artificiosa, deriva una segunda acepción de la palabra mito, la de simple fraude urdido ex profeso para motivar adhesión política. Un discurso del presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, animaba a los nacionalistas catalanes a crear mitos que inspiraran creencia fervorosa, y ponía por modelo a los griegos actuales, en su opinión ajenos, étnicamente y en cualquier aspecto, a la Grecia clásica, pero que han llegado a creerse descendientes de ella y se lo han hecho creer a todo el mundo". 

Pío Moa, Los mitos de la Guerra Civil, Madrid, La Esfera de los Libros, 2003 

https://youtu.be/5m1HE3jI5z8  Pange lingua gloriosi

La cita está en la nota preliminar del autor (pp. 13-17). 





Comentarios

  1. Hay tanto escrito sobre el mito que es difícil saber por dónde hincarle el diente. En el mundo clásico y en manos de García Gual y Adrados el mito es el paso previo y se opone en parte al lógos. Paso previo y necesario. Paltón en su República creo el mito más contumaz y persistente del mundo occidental (que viene de occiso que es hacia donde vamos): el mito de la caverna, cuna de la idea y de todos los idealismos, de todas las realidades inmateriales: patria, matria, signo lingüístico, etc. Y el mito de la media naranja, del andrógino. Sólo con estos dos mitos ya nos mató para siempre y nos introdujo en un mar de dudas: ¿ella me quiere? ¿si me quiere donde se haya ella? ¿en qué mundo viviremos ella y yo? ¿caverna o adosado?. En fín.
    Y mi buen amigo al que nunca conocí Gustavo Bueno separaba entre mitos luminosos y sombríos. Lovecraft se trabajó a fondo, tectónicamente a fondo, los últimos. Y para ir acabando (le imagino on holidays dado el ritmo de sus lecturas) mi otros amigo, Jesús G Maestro afirma que los mitos están destinados a poblar la realidad (esta le gustaría al enano robamillones del norte).
    Ave.

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    Respuestas
    1. El psicoanalista Otto Rank, en El trauma del nacimiento, interpreta el mito de la caverna como bien se puede usted imaginar.
      El ritmo de mis lecturas no aumenta mucho en vacaciones. Se debe a mi velocidad y voracidad lectoras -quién sabe si patológicas- y a que no me interesa el fútbol, lo que me libera un tiempo considerable. Las publicaciones que aparecen ahora en mi blog corresponden aproximadamente a libros que leí hace hace tres meses (dejo programada la publicación); así por ejemplo, la entrada sobre libro de Otto Rank, que leí hace poco, está previsto que se publique el 13 de noviembre.

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    2. Por cierto, hablando de García Gual, estoy leyendo su libro sobre el rey Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda -un mito descomunal-, que compré hace tres días en una librería de lance de Sepúlveda, ciudad que asimismo me parece edificada sobre el mito y cubierta por el polvo de los siglos y de la meseta (polvo, sudor y fierro...)

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  2. Leer a este Pío, baraja un sentido de libertad intelectual.
    Fortuna audaces iuvat
    Alea iacta est

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  3. García Gual es muy y mucho ameno. Lo tengo trabajado pero no lo artúrico.

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