Ortega y Gasset: La rebelión de las masas

     "Y es que para estos pueblos llamados europeos, vivir ha sido siempre -claramente desde el siglo XI, desde Otón III- moverse y actuar en un espacio o ámbito común. [...] Lo de menos es que a ese espacio histórico común, donde todas las gentes de Occidente se sentían como en su casa, corresponda un espacio físico que la geografía denomina Europa. El espacio histórico a que aludo se mide por el radio de efectiva y prolongada convivencia -es un espacio social. Ahora bien, convivencia y sociedad son términos equipolentes. Sociedad es lo que se produce automáticamente por el simple hecho de la convivencia. De suyo e ineluctablemente segrega ésta costumbres, usos, lengua, derecho, poder público. Uno de los más graves errores del pensamiento 'moderno', cuyas salpicaduras aún padecemos, ha sido confundir la sociedad con la asociación, que es, aproximadamente, lo contrario de aquella. Una sociedad no se constituye por acuerdo de las voluntades. Al revés, todo acuerdo de voluntades presupone la existencia de una sociedad, de gentes que conviven, y el acuerdo no puede consistir sino en precisar una u otra forma de esa convivencia, de esa sociedad preexistente. [...] Porque el derecho, la realidad 'derecho' -no las ideas sobre él del filósofo, jurista o demagogo- es, si se me tolera la expresión barroca, secreción espontánea de la sociedad y no puede ser otra cosa. [...]

     Mas, por otra parte, es sumamente improbable que una sociedad, una colectividad tan madura como la que ya forman los pueblos europeos, no ande cerca de crearse un artefacto estatal mediante el cual formalice el ejercicio de poder público ya existente. [...] La figura de ese Estado supranacional será, claro está, muy distinta de las usadas, como ha sido muy distinto el Estado nacional del Estado-ciudad que conocieron los antiguos". ("Prólogo para franceses", mayo 1937)


      "Una estupidez no se puede dominar si no es con otra".


     "Sin duda hay que proteger las ciencias y las letras porque la producción científica y literaria es y tiene que ser, en gran parte, obra no de la inteligencia creadora sino de una continuada y cotidiana laboriosidad. Mas la inteligencia propiamente tal no puede convertirse en un oficio, en una profesión. La inteligencia, por su naturaleza misma, ni es un trabajo ni puede ser una magistratura. Consiste en súbitas, instantáneas visiones y entrevisiones, que nadie sabe cuándo ni si van a producirse. La gracia mayor de la inteligencia, que es a la vez condición de su ejercicio, es que no está nunca segura de sí misma. El hombre inteligente precisamente porque es inteligente, no sabe nunca si en el momento inmediato va a ser inteligente. El que cree con seguridad en la permanencia de su perspicacia es precisamente el tonto. El inteligente camina teniendo siempre a la vista las posibles tonterías que se le pueden ocurrir y por eso las evita".  (Apéndice II


José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Revista de Occidente / Alianza Editorial, 1979 (1ª edición, 1930). 

https://youtu.be/OxKaBZvKe-c   Trío Mandili: Heri bicho 

¡Tonto el último!



Comentarios

  1. Este libro es seminal. Lo he leído dos veces y siempre agrada . Ortega es claro como agua de arroyo. Hoy las masas, más que rebeladas están adormecidas menos la Naval de Cádiz. Yo el primero.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares