Agatha Christie, La señora McGinty ha muerto

 "Es mi debilidad, siempre ha sido mi debilidad, desear lucirme. Es algo que Hastings nunca comprendió. Pero un hombre de mis cualidades necesita admirarse a sí mismo y, para ello, precisa de un estímulo exterior. No puedo, la verdad es que no puedo, pasarme el santo día sentado en una silla pensando en lo admirable que soy. Es necesario el toque humano. Uno necesita, como se dice hoy en día, el contrapunto". 

"Las escenas crudas de violencia y brutalidad estaban de moda, y a Poirot, antiguo oficial de la policía, la brutalidad le aburría. En sus primeros tiempos había constituido más la regla que la excepción. La encontraba fatigante y poco inteligente". 

"Creyó que iba  matarlo. El miedo intenso siempre hace decir la verdad". 


Agatha Christie, La señora McGinty ha muerto, Barcelona, Molino, 1998. 

Mrs. McGinty's Dead, 1951





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