David Engels, ¿Qué hacer? Vivir con la decadencia de Europa

"Antes que nada, habrá que tener cuidado en restituir, como lo reclamaba ya Confucio hace 2500 años, el verdadero significado de las palabras y descodificar individualmente, punto por punto, esta cortina de humo, ya que el lenguaje político entero se ha convertido en algo tan sesgado que incluso el ciudadano europeo más atento corre el riesgo de caer en la trampa del doble juego semántico que subyace en la totalidad del discurso político contemporáneo. Pensemos en el riesgo de ser rehenes de la promesa de luchar, como nosotros, por la defensa de los <<valores europeos>>, valores que se pretenden idénticos a los valores llamados universalistas. Sin embargo, sin querer impugnar la importancia de esos valores, considerarlos como sinónimos de los valores europeos es un gigantesco engaño, sobre todo viendo la forma en que esos valores universalistas son interpretados hoy en día por los defensores de lo políticamente correcto.  [...]  En efecto, esos valores <<universalistas>> tienen una importancia crucial ya que son equivalentes a los valores morales básicos de la humanidad entera. Pero justamente por esta razón la identidad europea no puede reducirse a esos valores únicamente, y habrá que insistir en el hecho de que está igualmente formada por un conjunto más grande de elementos esenciales como la historia compartida, la proximidad de las lenguas, las tradiciones, la estética del arte europeo, el amor por la tierra, el empuje espiritual surgido del cristianismo, etc. De hecho, la realidad con la que esos valores universalistas se viven en el día a día es todo menos verdaderamente universal, ya que más importante todavía que las palabras es el espíritu que las motiva y que no podrá nunca exportarse a los confines del mundo sin cambiar gradualmente de significado. Así, las instituciones políticas de Japón o de India, siendo <<democráticas>>, están construidas sobre una base emocional, espiritual y cultural radicalmente diferente a las de Estados Unidos o Alemania, por no citar más que algunos ejemplos, y elogiar unos valores abstractos a la vez que se niega la especificidad de la mentalidad que los mueve, es de una ingenuidad muy triste. [...] Desde ahora, una de las directivas más importantes para todos los que no quieran caer en la trampa del lenguaje será definir las palabras, no aceptar los estereotipos fáciles y, sobre todo, tener en cuenta que nuestro continente y, con él, todos nosotros, venimos de una historia milenaria que no se puede barrer del mapa sin correr el riesgo de verse, más pronto o más tarde, frente a la rabia de una revolución conservadora".   

David Engels, ¿Qué hacer?  Vivir con la decadencia de Europa, Alicante, Editorial Eas, 2019.






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