David Foenkinos, Hacia la belleza

"Comprendía el poder cicatrizador de la belleza. Frente a un cuadro no somos juzgados, el intercambio es puro, la obra parece entender nuestro dolor y nos consuela a través del silencio, permanece en una eternidad fija y tranquilizadora, su único objetivo es colmarnos mediante las ondas de lo bello. Las tristezas se olvidan con Botticelli, los miedos se atenúan con Rembrandt y las penas se reducen con Chagall". 

"Sí, la belleza alivia...  

Se detuvieron un instante en aquella frase, como si el silencio permitiera que un pensamiento se encarnara". 

David Foenkinos, Hacia la belleza, Barcelona, Alfaguara (Penguin), 2019. 

Un profesor de Historia del Arte abandona su trabajo, marcha de la ciudad y consigue un empleo como vigilante en un museo. Para llegar a conocer el motivo, cambia la historia a medio libro y se cuenta otra anterior. El enlace final entre ambas partes es poco convincente, pero la novela está bien.  




Comentarios

  1. No, frente a un cuadro no somos juzgados. Solo nosotros juzgamos el cuadro y a nosotros mismos.

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