Alan Watts: sobre el incienso

    "Hay tres clases básicas de incienso: el que se usa en los templos, la yesca para ahuyentar insectos y el incienso de tocador. El incienso que se usa en los templos es muy puro; huele como los altos bosques de montaña, o como la soledad, y es el sándalo en forma de simple astilla. También se prepara en polvo; se puede echar una pulgarada sobre carbones encendidos o usarlo para frotárselo en las manos. [...]

   Otra forma estupenda de incienso vegetal proviene de un árbol que los japoneses llaman gingko, que crece en Oriente y padece una enfermedad en virtud de la cual la madera se vuelve sumamente dura.[...] Su aroma es el de los altos bosques, y el anciano doctor Suzuki, la gran autoridad sobre budismo zen, ha dicho que el olor del gingko es el olor del budismo. Se usa en los templos budistas chinos y japoneses en ocasiones especiales. [...]

   Otra forma conocida de incienso es la que viene en varillas. Se enciende una varilla de incienso, se apaga la llama y se clava en un tazón de arena. El más suntuoso de los inciensos japoneses tiene como base el almizcle, aunque es verde, y el verde está hecho habitualmente de pino. También se puede encontrar, aunque excepcionalmente, un estupendo incienso en varillas que proviene del Tíbet, donde lo consideran como yesca. Tiene el aroma de las hojas en otoño, es un poco más denso y muy eficaz para ahuyentar los mosquitos. Hay varillas de incienso similares y no menos maravillosas que provienen de Nepal; es un incienso tosco, que me gusta especialmente por ser tan distinto de los demasiado perfumados. [...]

   En Occidente se usa como incienso principalmente resina. Las resinas de diversos árboles son los ingredientes básicos de los inciensos que ese usan en las iglesias cristianas, tanto de Oriente como de Occidente. Y lo más delicioso que tiene usar este tipo de incienso es el incensario o turíbulo que se hace oscilar para dispersar el aroma. Es fascinante usarlo y se puede sacudir sin que el incienso se salga. En todas las iglesias occidentales se usa de esta manera, que por razones que me son desconocidas los protestantes abandonaron, perdiéndose todo el placer de hacer algo tan grato para mayor gloria de Dios.

Alan Watts, Nueve meditaciones, Barcelona, Kairós, 1998 (1ª ed. 1979), pp. 43-45. 



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