Almudena Grandes, Las edades de Lulú

    "En la puerta comenzó el rito de los saludos, los besos y las enhorabuenas. Me sentía ridícula entre tantos adultos, con mi trenka verde y las medias enrolladas en los tobillos. Pablo parecía absorto en su propio éxito social, así que le solté el brazo e intenté retrasarme. Pero a pesar de las apariencias, estaba marcándome de cerca. Me agarró de la muñeca y me obligó a quedarme a su lado. Luego, siempre sin mirarme, me cogió de la mano, no me la dio como se la suelen dar los novios, los dedos entrecruzados, sino que tomó mi mano y la apretó entre su índice y su pulgar, como se coge a los niños pequeños en los pasos de cebra. Nunca me daría la mano de otra manera". 

Almudena Grandes, Las edades de Lulú, Barcelona, Tusquets, 2004 (1989).


   "Ninguna de mis virtudes, muchas o pocas, podrá competir jamás en intensidad con mi defecto, mi pecado principal, al que no dudaría ni un instante en recurrir para definirme a mí misma. Porque si yo soy es porque soy soberbia. Tan sobremanera, tan extremadamente soberbia, que a esta debilidad le debo gran parte de mi fortaleza". 

Almudena Grandes, "Prólogo: Quince años después", a Las edades de Lulú


Inés Sastre, fotografiada  por Alberto García Alix en1988


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