B. J. Feijoo: sobre el remedio precautorio de la viruela

    "Cuanto lo permitiese la materia (porque no todas son capaces de una averiguación matemática ni decisiva) se debiera imitar la diligencia de muchos médicos ingleses en el examen del remedio precautorio que usan los turcos contra las viruelas y que llaman, ya inserción, ya incisión, ya inoculación de las viruelas [...] Esto se reduce a hacer dos o tres cisuras muy pequeñas en el cutis de un hombre sano, que quiere precave el riesgo mortal de las viruelas, e introducir en ellas la materia purulenta de dos o tres postillas de alguno que actualmente padece esta enfermedad. El suceso es que ésta se comunica por medio de dicha inserción, pero en un grado muy remiso y acompañada de levísimos síntomas: de modo que los más no han menester hacer cama y con esta prevención se redimen de padecer más la enfermedad de viruelas en toda la vida.

     La noticia de este remedio se comunicó a Inglaterra y a otras naciones europeas por Maisland, cirujano del señor Worthei Montaigiu, embajador del rey británico en la Porta, el cual, haciendo visto establecida su práctica en todas las ciudades de Levante, donde reinan más que acá y hacen mayores estragos las viruelas, y observado tener casi siempre felices sucesos, hizo sabidores de todo lo que había notado a su amo y ama, los cuales tuvieron bastante valor para hacer la experiencia luego en un hijuelo suyo de seis años y repetirla en otro después de su vuelta a Inglaterra. Animáronse muchos, ya con los ejemplos, ya con las noticias, y empezó a tomar vuelo este género de cura precautoria en aquel reino. Mas no por esto faltaban quienes la contradijeses. Especialmente los médicos de París se declararon fuertemente contra ella. 

   {...} A vueltas de tan reñida cuestión se vino a saber una cosa harto curiosa, y es que la cura precautoria de viruelas, que tanto ruido hacía como traída de Turquía, estaba mucho tiempo antes establecida dentro de la misma Inglaterra. Esta práctica era frecuente desde tiempo inmemorial en la parte meridional de la provincia de Gales, y se hacía de dos maneras: o refragando una parte del cutis contra las postillas de un virolento o haciéndose en él algunas picaduras con una aguja mojada en la materia purulenta de las postillas. Esto se llamaba comprar las viruelas {...}

    Concluiremos este discurso manifestando tres errores capitales, de donde se derivan otros infinitos, y que por falta de reflexión se incurren en las experimentales observaciones. el primer oes el de tomar por efecto lo que es causa, y por causa lo que es efecto. El segundo, tomar por causa alguna cosa que por accidente concurre sin influjo alguno. El tercero es, entre dos efectos de una misma causa, tomar uno por causa de otro". 

Del Teatro Crítico Universal (obra publicada en Madrid, en nueve tomos, desde 1726 a 1740). 

Benito Jerónimo Feijoo, Obras (selección), edición de Ivy L. McClelland, Madrid, Taurus, 1988





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