Millás, Arsuaga: La vida contada por un sapiens a un neandertal

“El pintor de Altamira medía entre metro setenta y metro ochenta, una talla muy alta para una mujer de la época. Pintó de rodillas, en algunos casos acostado porque el techo estaba más cerca del suelo que ahora. Hay trazos de metro veinte pintados de una sola vez. Era, pues, una persona alta y con los brazos largos. Era un hombre”.

 

“-¿La longevidad no depende del aumento de la esperanza de vida?

-Eso es un disparate. La longevidad, toma nota, es una propiedad de la especie. Cada especie tiene la suya. El perro vive en torno a quince años; el gato un poco más; el elefante setenta, igual que la ballena o el delfín. Por ahí andan las cosas.

- Según eso ¿la longevidad de nuestra especie no ha cambiado? ¿Era la misma hace trescientos años o tres mil que ahora?

-Y tanto. Era la misma, aunque la esperanza de vida en 1900, por ejemplo, era de treinta años.

-¿Y cómo se explica esa contradicción?

-Me paso la vida intentando que lo entiendan mis alumnos: se explica por la mortalidad infantil. Lo que llamamos esperanza de vida de una población es en realidad la edad media de muerte de sus individuos. Si la mortalidad infantil es muy alta en una época, la media baja y al revés.

-O sea, que la longevidad en la Edad de Piedra era, para la especie humana, la misma que ahora, solo que morían muchos niños.

-Exacto”.

Juan José Millás, Juan Luis Arsuaga, La vida contada por un sapiens a un neandertal, Barcelona, Alfaguara (Penguin), 2020.

 


Comentarios

  1. Tal vez un bachiller de hogaño no entienda estos cálculos complejos . En todo caso su esperanza de vida se acorta, pero no por la parte infantil sino por la cola. Todos morimos cuando se nos acorta por la cola

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