Fidel Sendagorta, Estrategias de poder
“Los gobernantes chinos están convencidos de que ha llegado el momento de la recuperación de su antigua posición en la cúspide de la jerarquía mundial. Este sentido del destino es desde luego uno de los factores más poderosos para explicar su actual autoestima como nación y su determinación para lograr el éxito en todos los campos. El presidente Xi Jinping se siente investido de este mandato histórico y ha diseñado una estrategia para llevar a cabo su visión de una China que se convierta en <<un líder mundial, tanto en términos de fortaleza nacional como de influencia internacional>> para mediados de este siglo. La parte visible de esta estrategia cuenta con dos pilares principales: El plan Made in China 2025 tiene como objetivo conducir a China al liderazgo mundial en diez sectores de tecnología punta, y la Iniciativa de la Franja y la Ruta (la Nueva Ruta de la Seda) se ha creado con el propósito de conectar a China con el resto del mundo mediante una amplia red de infraestructuras”.
“Es decir, que en
la decisión del liderazgo chino de abandonar su política de ocultar sus
capacidades y ganar tiempo hay un indudable sentido de la oportunidad. Y este
factor está a su vez muy presente en el concepto de shi, un elemento clave en el pensamiento estratégico chino. Henry
Kissinger lo define como <<el arte de entender los asuntos políticos en
un estado de constante flujo>>. El estratega tiene que captar la
tendencia de las cosas y la dirección a la que apunta y usarla para alcanzar
sus objetivos. Se suele decir que los chinos siempre piensan a largo plazo y
hay mucho de cierto en ello, pero la noción de shi debe matizar esta afirmación. En este contexto podremos
entender mejor la visión del presidente Xi Jinping resumida en las palabras
pronunciadas durante el XIX Congreso Nacional del PCCh: <<Las ruedas de
la historia no dejan de girar y las mareas de los tiempos son vastas y
poderosas. La historia favorece a los que tienen determinación, impulso,
ambición y enorme coraje; no espera a los indecisos, a los apáticos, ni a los
que temen los desafíos”.
“Respecto a las
relaciones con China, la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores
y Política de Seguridad, Federica Mogherini, presentó en 2016 un informe a los
Estados miembros sobre los elementos de una nueva estrategia de la Unión
Europea hacia China. El documento reflejaba una política de tiempo apacible con
la usual mezcla de demandas de reciprocidad en comercio e inversiones, de
igualdad de oportunidades para las empresas europeas en el mercado chino, las
preocupaciones habituales en materia de derechos humanos y una larga lista de
asuntos globales en los que ambas partes deseaban estrechar la cooperación.
[...] Tres años después, en marzo de 2019, el tono había cambiado
considerablemente y la Comisión y la alta representante presentaban un informe
al Consejo Europeo definiendo a China como <<un socio de cooperación, un
competidor económico y un rival sistémico>> a la vez que proponían una
serie de acciones para reequilibrar las relaciones” [...] Algunas de estas
preocupaciones eran las siguientes: [...] Aunque los europeos habían enmarcado
el proyecto en términos de conectividad [Nueva Ruta de la Seda], pronto fue
abriéndose paso la evidencia de que la infraestructura no es un fin en sí mismo
sino un medio al servicio de un fin. Y el objetivo de China no sería otro que
lograr una posición predominante tanto en Eurasia como en el Indo-Pacífico. El
riesgo para Europa sería acabar convirtiéndose en el extremo débil de una
Eurasia con su centro geopolítico en Pekín y dos potencias autocráticas, como
son Rusia y China, haciendo pesar su influencia política en todo el continente.
[...] En segundo lugar, el fuerte incremento de la inversión china en Europa a
partir de 2016 ha disparado las alarmas en Bruselas y en otras capitales
europeas. Alemania y otros Estados
miembros han recibido con creciente desconfianza las adquisiciones chinas de
empresas de alta tecnología en sectores prioritarios definidos por el plan Made in China 2025. [...] Al mismo
tiempo, empresas chinas que con frecuencia eran de titularidad estatal, estaban
adquiriendo participaciones en sectores de infraestructuras claves como la
energía, los servicios públicos, los puertos, los ferrocarriles y los
aeropuertos en países del sur y el este de Europa [...]
“Hay otras líneas
de acción para Europa, Estados Unidos y los países afines en Asia y el Pacífico
que pueden tener sentido desde un punto de vista estratégico pero que presentan
dificultades para lograr avances sustanciales en los próximos años. Sin
embargo, constituyen ya una parte importante del actual debate transatlántico:
[...] prevenir que Rusia se concierte con China de forma permanente [...]
Aunque no pocos analistas están convencidos de que la rivalidad geopolítica
entre China y Rusia sobre las esferas de influencia respectivas en Asia Central
constituye un impedimento para que ambas potencias construyan una relación más
estrecha, hay muchos factores que apuntan en la dirección opuesta:
En primer lugar existe una fuerte voluntad
política de ambos líderes para desarrollar sus relaciones frente a lo que ambos
perciben como una amenaza compartida, la de Estados Unidos y sus aliados
tratando de socavar sus regímenes y sometiéndolos a un cerco de alianzas
militares tanto al este como al oeste. [...]
En segundo lugar, ambos países generalmente
coinciden en cuestiones internacionales y han votado en el mismo sentido el 98
por ciento de las veces en el Consejo de Seguridad de la ONU. También han liderado
conjuntamente iniciativas diplomáticas [...]
En tercer lugar, China se ha convertido en
el primer socio comercial de Rusia. [...] De hecho, el nuevo gasoducto Power of Siberia va a suministrar a
China gas natural ruso por valor de 400.000 millones de dólares en los próximos
treinta años.
Finalmente, y por lo que se refiere al campo
militar, Moscú ha modificado su política contraria a la exportación a China de
tecnología avanzada de defensa y ha acordado el suministro a este país de sus
misiles S-400. [...]
Todavía más significativa es la
determinación de Pekín y Moscú de promover la cooperación entr sus iniciativas
respectivas en Eurasia: la Unión Económica Euroasiática liderada por Rusia y la
Franja y la Ruta creada por China. [...] Por el momento, el objetivo compartido
de impulsar un condominio sino-ruso en Eurasia constituye una poderosa razón
para trabajar juntos y dejar a un lado su rivalidad.
En estas circunstancias, ¿pueden Estados
Unidos, Europa y otros países afines tratar de introducir una cuña entre Rusia
y China para impedir que su entente se siga fortaleciendo? Como dice Karl
Kaiser, sólo un entendimiento con Rusia sobre la cuestión de Ucrania podría
crear las condiciones políticas necesarias para que pudiera intentarse esa
apertura estratégica. Y cita en este sentido a Henry Kissinger: <<Para
que Ucrania pueda sobrevivir y prosperar no debe ser un puesto de avanzada de
unos contra otros, sino que debería funcionar como un puente entre ambos...
Tratar a Ucrania como parte de la confrontación este-oeste impedirá durante
décadas toda posibilidad de atraer a Rusia y Occidente –y en especial a Rusia y
a Europa, a un espacio de cooperación internacional>>. Esta empresa no será nada fácil”.
Fidel Sendagorta, Estrategias
de poder, Barcelona, Deusto (Planeta), 2020.
Interesantísimo libro y bien escrito. El autor es un diplomático español de larga trayectoria.
Sí. Todo interesante y desasosegante
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