Pío Baroja, El árbol de la ciencia

“En un ambiente de ficciones, residuo del pragmatismo viejo y sin renovación, vivía el Madrid de hace años. [...] El estudiante culto, aunque quisiera ver las cosas dentro de la realidad e intentara adquirir una idea clara de su país y del papel que representaba en el mundo, no podía. La acción de la cultura europea en España era realmente restringida y localizada a cuestiones técnicas; los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo grande de España podía ser pequeño fuera de ella, y al contrario, por una especie de mala fe internacional”.

“El hombre cuya necesidad es conocer es como la mariposa, que rompe la crisálida para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de un alucinación”.

“A los pocos días de llegar a Madrid, Andrés se encontró con la sorpresa desagradable de que se iba a declarar la guerra a los Estados Unidos. Había alborotos, manifestaciones en las calles, música patriótica a todo pasto. [...] Los periódicos no decían más que necedades y bravuconadas: los yanquis no estaban preparados para la guerra; no tenían ni uniformes para sus soldados. En el país de las máquinas de coser, el hacer unos cuantos uniformes era un conflicto enorme, según se decía en Madrid”.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia, Madrid, Alianza Editorial, 2005. 

https://youtu.be/7PVkk22FpWQ  Joan Baptista Humet: Clara 



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