Rafael Canneti, La meditación
“Miguel de
Molinos fue un sacerdote español de dotes excepcionales, escritor, teólogo,
famoso predicador y director espiritual. [...] Uno de sus temas preferidos es
el camino de la meditación hasta llegar a la contemplación que (son sus
palabras) <<desembarazando el alma, la conduce por un camino interior
hasta alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz intesto fue
demasiado para un grupo de jesuitas inquisidores envidiosos de su éxito. Cuando
el papa piensa en elevar a cardenal a Miguel de Molinos, la Inquisición ataca
sus escritos. Es el año 1685 y comienza un lento proceso. Por la dificultad de
conseguir pruebas de desviaciones doctrinales, se le somete a tortura y Molinos
confiesa todo lo necesario para una condena definitiva: ¡actos de inmoralidad!
Las actas del proceso son destruidas poco después sin que sea difícil imaginar
la razón. De Molinos muere en la cárcel al cabo de nueve años.
Para hacer frente a los primeros ataques de
la Inquisición en 1678, Molinos escribe su Defensa de la contemplación
(1679-1680), que no llega a publicarse. [...] Así escribía De Molinos:
<<Quien
lea los libros con la intención de sacar provecho y buscar la verdad, Dios
premiará sus buenas intenciones iluminándole, y él encontrará luz y verdad.
Quien lee solo para polemizar, Dios le castigará y en lugar de la verdad
encontrará la oscuridad. [...]
La meditación (discursiva) es una
estudiada acción que investiga y busca, con la guía de la razón y del discurso,
la noticia de la verdad oculta.
La oración es una devota intención
de la mente dirigida a Dios para evitar el mal y conseguir el bien.
La contemplación es una elevación de
la mente pendiente en Dios, que goa de los placeres de una eterna dulzura.
La lectura suministra a la boca la
buena vianda, la meditación la mastica y tritura, la oración consigue su sabor,
la contemplación es la dulzura misma que alegra y vivifica.
La lección sigue un sentido externo;
la meditación persigue la tentativa y el discurso; la oración, el santo deseo;
la contemplación es lo que supera todos los significados exteriores.
El primer grado, la lectura, es de los
principiantes. El segundo, la meditación, de los que empiezan a progresar. El
tercero, la oración, de los devotos. El cuarto, la contemplación, es para los
perfectos. Feliz el alma que obtiene, aunque sea por poco tiempo, el sublime
grado de la contemplación. En estos cuatro grados consiste la perfección de la
vida buena y espiritual, y en estos tiene que ejercitarse el cristiano; si bien
el deseo es de muchos, el perfeccionarse es de pocos [...] Se produce la
necesidad de cesar los discursos y la meditación, rumiar y mascullar para
digerir los divinos alimentos, para llegar al término y al final, que es la
contemplación>>”.
Rafael Canneti, La meditación, Madrid, Los libros del olivo, 2013, 213 p.
Lectura, meditación, oración y contemplación. Sí estás en Ipanema y pasa la Garrotxa se añade lamentación.
ResponderEliminargarotta
ResponderEliminarResignación, maestro, resignación.
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