H. P. Lovecraft, En las montañas de la locura
“He dicho que nos aproximamos a aquellas cosas desparramadas e incompletas de manera lenta y recelosa. Ojalá el Cielo nos hubiera impedido acercarnos por completo, y nos hubiera hecho correr a gran velocidad fuera de aquel túnel blasfemo, con sus suelos lustrosos y con sus murales degenerados que remedaban y burlaban lo que habían venido a suplantar; ¡correr antes de ver lo que vimos y ante de que nuestras mentes quedaran marcadas con algo que nunca nos permitirá volver a respirar normalmente!”
“Ahora se revelaba en el supremo horizonte blanco, detrás de la grotesca ciudad, una atenuada y feérica línea de picos color violeta, cuyas alturas con puntas de aguja asomaban como un sueño contra el llamativo color rosado del cielo occidental. Hacia aquel borde que se adelgazaba se inclinaba la antigua planicie y el curso hundido del río extinto que la atravesaba como una cinta irregular de sombra. Por un segundo nos quedamos boquiabiertos de admiración por la sobrenatural belleza cósmica de la escena, y luego un vago horror comenzó a trepar en nuestras almas. Pues aquella lejana línea violeta no podía ser otra cosa que las terribles montañas de la ciudad prohibida –los más altos picos terrestres y el foco de la maldad en el planeta-, refugio de abominables horrores y arcaicos secretos, evitados y reverenciados por aquellos que temían indagar su significado impolutos de toda cosa viviente sobre la Tierra pero visitados por los siniestros relámpagos y emisores de extraños rayos a través de las planicies en la noche polar –sin duda alguna, el desconocido arquetipo del espantoso Kadath en el Desierto Helado, más allá de la aborrecible Leng, a la que las leyendas primitivas aluden con evasivas”.
“Es absolutamente necesario, por la paz y la seguridad de la humanidad, ignorar algunos rincones oscuros y muertos de la tierra y sus insondables profundidades; de lo contrario, las anomalías dormidas despertarán a la vida y las blasfemas pesadillas sobrevivientes resurgirán y saltarán de sus negros antros rumbo a nuevas y más amplias conquistas”.
H. P. Lovecraft, En las montañas de la locura, Barcelona, Libros del Zorro Rojo, 2010
Comentarios
Publicar un comentario