Kipling: sobre perros y abejas
“Sé perfectamente que una cosa es que un hombre cuide a un perro y otra muy distinta que un hombre ame a un perro. Los perros, en el mejor de los casos, no son otra cosa que vagabundos llenos de pulgas, que se rascan, que comen porquerías, inmundos según la ley de Moisés y la de Mahoma; pero un perro al que un hombre tiene por única compañía durante seis meses al año; un ser libre que se liga a un hombre tan apretadamente por amor, que ni se mueve ni sale al campo si no es en compañía del mismo; un alma paciente, moderada, divertida, inteligente, que conoce de qué humor está su amo, antes que él mismo..., eso no es un perro, lo afirme quien lo afirme”. “Garm... un rehén”.
“Si la colmena no hubiese sido vieja y no hubiese estado superpoblada, jamás habría entrado la polilla de la cera pero allí donde se apelotonan demasiado las abejas sobre el panal se producen forzosamente enfermedades y abundan los parásitos. La temperatura interior de la colmena se había elevado mucho con el aflujo de la miel de junio, y aunque las abejas ventiladoras trabajaban hasta dolerles las alas, a fin de que la familia estuviese fresca, todas las abejas sufrían del excesivo calor”. “La colmena madre”
Rudyard Kipling, “Una casa a la fuerza”, “Garm... un rehén”, “La colmena madre” en Obras selectas de Premios Nobel. Rudyard Kipling 1907, Planeta, 1980
Hoy los hombres son esclavos y siervos de los perros. Hasta les lavan el culo. Y tal vez la técnica de refrigerio abejil sea necesaria de copiar. A ver julio 2024 cómo se nos da
ResponderEliminar2024-1
ResponderEliminar¿2024? No tan deprisa, aún estamos en el 2022.
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