Conan Doyle, El regreso de Sherlock Holmes

 "Volví la cabeza para mirar la estantería detrás mío. Cuando volví a mirar enfrente, Sherlock Holmes me estaba sonriendo desde el otro lado de la mesa de mi estudio. Me puse en pie, le miré durante unos segundos en el colmo del asombro, y entonces, según parece, me desmayé por primera y última vez en mi vida. Ciertamente, una bruma gris se arremolinaba delante de mis ojos, y cuando se disipó tenía desabrochado el cuello de la camisa y un copa de coñac en los labios. Holmes estaba inclinado sobre mi silla con la botella en la mano.

- Mi querido Watson - me dijo aquella voz tan recordada-, le debo una disculpa. No había supuesto en absoluto que se afectara tanto.

   Le así del brazo.

- ¡Holmes!, -grité-. ¿De veras es usted? ¿Realmente es posible que esté vivo? ¿Cómo pudo salir de aquel abismo espantoso?  

            La casa vacía

 

"Es un error teorizar con antelación a los hechos"   

            La segunda mancha  

 

Arthur Conan Doyle, El regreso de Sherlock Holmes, Barcelona, Fontamara, 1982