D. Lagercrantz, El hombre que perseguía su sombra

   "Hemos de olvidarnos de nuestras preferencias para, en su lugar, reflexionar sobre el gusto y las preferencias de los otros, o puede que ni siquiera eso, sino que debemos reflexionar sobre lo que pensarán los demás sobre las preferencias de los demás. Un ejercicio de metarreflexión bastante avanzado.

    -  Marea un poco.

   - Quizá, pero no es más extraño que lo que ocurre en los mercados financieros cada segundo. Es que la bolsa no sólo es el resultado de unos anáisis de valores fundamentales en empresas y en el mundo exterior. Los factores psicológicos desempeñan un papel igual de importante, y no sólo los auténticos mecanismos psicológicos, sino también las conjeturas que se lanzan sobre ellos. Las conjeturas sobre las conjeturas de los demás. Se mira y se remira absolutamente todo porque todos quieren ir un paso por delante, para, por decirlo de alguna manera, poder echar a correr antes que nadie, cosa que, te lo juro, no ha cambiado lo más mínimo desde la época de Keynes. Todo lo contrario: el creciente comercio efectuado por robots hace que los mercados se autoalimenten cada vez más. Los robots escanean rápidamente las órdenes de compra y venta de la gente y actúan en consecuencia por lo que refuerzan pautas ya existentes. Y eso entraña un considerable peligro. Un rápido movimiento de la bolsa puede acelerarse al instante y convertirse en algo incontrolable, y en una situacion así resulta a menudo racional actuar de forma irracional, es decir: correr a pesar de saber que es una locura.

   [...] Pero hay esperanza, y reside en la capacidad del mercado para reflexionar sobre uno mismo. El hecho de que un meteorólogo estudie el tiempo no conlleva que el tiempo cambie. Pero cuando estudiamos la economia nuestras conjeturas y nuestros análisis se convierten en parte del organismo económico. Por eso la bolsa es como cualquiera de esos simpáticos neuróticos que hay por ahí. Es capaz de evolucionar y ser un poco más inteligente". 

David Lagercrantz, El hombre que perseguía su sombra, Barcelona, Destino (Planeta), 2017.

El párrafo está en las páginas 166-167. Creo que le sobran doscientas páginas (tiene cerca de 600) y buena parte de las disparatadas aventuras.



 

Comentarios

  1. Adivinad lo que adivina el adivinador. Vigilar al vigilante. El afán de perfección y de control nos pierde. Adivinad cuando moriremos. Sortilegios, magia, quiromancia. No somos capaces de parar la mente y la IA viene a ayudarnos en nuestra neurosis. No sabemos tumbarnos al sol y escuchar los pájaros. O si sabemos o sabríamos pero hay que comer. Y la comida no la regalan. Hay que trabajar o morir. O invertir en bolsa adivinado lo que adivinan los otros o adivinando cuando van a morir los otros. O adivinarlo siendo el ejecutor.

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  2. Para ganar hay que jugar con las cartas marcadas y tener dispuesto algún as en la manga. Y, por supuesto, hay que jugar. En este casino no se aceptan los mirones.

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