Umberto Eco: la auctoritas en la cultura medieval

 "La Auctoritas

Existe un aspecto de la civilización medieval que una óptica laica, ilustrada y liberal nos ha conducido a deformar y a juzgar erróneamente por exceso de celo polémico: la práctica del recurso a la auctoritas. El estudioso medieval finge siempre no haber inventado nada y cita continuamente una autoridad anterior. Dicha autoridad puede ser los padres de la Iglesia Oriental, San Agustín, Aristóteles, las Sagradas Escrituras o estudiosos pertenecientes a época tan reciente como el siglo anterior, pero en aquella época no había que sostener algo nuevo sin revelarlo como ya dicho por algún autor anterior. Pensándolo bien, es exactamente lo opuesto de lo que se iba a hacer desde Descartes hasta nuestro siglo, época en la que el filósofo o el científico de algún valor son precisamente los que han aportado algo nuevo (y lo mismo podemos decir del artista, desde el Romanticismo, e incluso desde el Manierismo, en adelante). Los medievales no; hacían exactamente lo contrario. Así, las obras cultas medievales parecen, desde fuera, enormes monólogos sin diferencias, porque todas procuran usar el mismo lenguaje, los mismos argumentos, el mismo léxico, y al oyente exterior le parece que siempre digan la misma cosa [...] 

Los medievales sabían perfectamente que de la auctoritas se podía hacer lo que se quisiera [...] Así, pues, por un lado, existía la conciencia de estar innovando y avanzando, y por otro, la innovación debía apoyarse en un corpus cultural que garantizase ciertas creencias indiscutibles y un lenguaje común. Lo cual no era sólo (aunque a veces llegase a serlo) dogmatismo, sino que constituía la forma en que los medievales reaccionaban ante el desorden y la disipación cultural de finales del Imperio Romano, ante el crisol de ideas, religiones, promesas y lenguajes del mundo helenístico, en el que cada cual se encontraba solo con su tesoro de sabiduría. Lo primero que había que hacer era restaurar una temática, una retórica y un léxico comunes, en los que poder reconocerse; de lo contrario, no se podía ya comunicar ni (lo más importante) echar un puente entre los intelectuales y el pueblo, cosa que los medievales hacían, de forma paternalista y a su modo, a diferencia de los intelectuales griegos y romanos". 

Umberto Eco, "La Edad Media ha comenzado ya", en Eco, U., Colombo, F., Alberoni F., Sacco G., La nueva Edad Media, Madrid, Alianza Editorial,  1974, pp. 26-27.



 

Comentarios

  1. Excelente fragmento. Innovo pero bien agarrado a una rama para que no me crean demasiado audaz. Me gusta lo de que repito porque me da conexión con el pasado que admito como base

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