F. Sevillano Calero: sobre la Iglesia y la Guerra Civil

   "La noción de esfera eclesial sirvió para definir el ideal de Estado católico en medio de la consolidación del totalitarismo en distintos países europeos. Como señalara Carl Schmitt, sólo un principio permanece inalterable con todo cambio de la situación política: el poder del catolicismo. [...]

   Después de los sucesos de la rebelión militar de 17 y 18 de julio de 1936, la jerarquía episcopal española apoyó la causa nacional ante la evidencia de una guerra, aunque esta implicación del catolicismo no fuese una constante absoluta. En la carta pastoral Las dos ciudades, que el obispo de Salamanca, monseñor Pla y Deniel, dirigió a sus diocesanos el 30 de septiembre de ese año, se observaba que <<El año 1936 señalará época, como piedra miliar, en la historia de España>>. El juicio de aquel momento histórico era rotundo por su maniqueísmo:

        Al apuntar la revolución ha suscitado la contrarrevolución; y ellas son las que hoy están en lucha en nuestra España, hecha espectáculo para el mundo entero, que la contempla, no como simple espectador, sino con apasionamiento, porque bien ve que en el suelo de España luchan hoy cruentamente dos concepciones de la vida, dos sentimientos, dos fuerzas que están aprestadas para una lucha universal en todos los pueblos de la Tierra: las dos ciudades que el genio del águila de Hipona, padre de la Filosofía de la Historia, San Agustín, describió maravillosamente en su inmortal Ciudad de Dios [...] El comunismo y el anarquismo son la idolatría propia hasta llegar al desprecio, al odio a Dios Nuestro Señor; y enfrente de ellos han florecido de manera insospechada el heroísmo y el martirio, que en amor exaltado a España y a Dios ofrecen en sacrificio y holocausto la propia vida.

   En una situación que se decía que era trascendental, como ocurriera en 1923 y 1931, se argumentaba que la sociedad tenía potestad <<no de promover arbitrarias y no justificadas sediciones, sino de derrocar un gobierno tiránico y gravemente perjudicial a la sociedad, por medios legales si es posible, pero si no lo es, por un alzamiento armado>>. La argumentación esencial de esta pastoral fue esgrimida en la Carta colectiva del episcopado español, de julio de 1937, un documento cuya razón era dar la nota justa del sentido de la guerra, concluyéndose que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz y de no haber querido la guerra ni colaborado con ella, no podía ser indiferente, pues se lo impedía su doctrina y su espíritu, el sentido de conservación y el inmenso daño que la experiencia de Rusia causaría a su obra y a la conservación del viejo espíritu español y cristiano. El arraigo del <<levantamiento cívico-militar>> en la conciencia popular tenía un sentido patriótico y religioso, ante lo que el episcopado español declaraba que <<no hay en España más esperanza para recobrar la justicia y la paz y los bienes que de ellas se derivan, que el triunfo del movimiento nacional>>. Esta interpretación de la guerra sirvió como argumento para la recristianización y restitución religiosa en la España nacional, procurando salvaguardar la Iglesia católica su infuencia e independencia".

SEVILLANO CALERO, Francisco, "La delimitación del espacio católico. Reflexiones y proyectos en el nuevo Estado franquista, 1936-1946", en SÁNCHEZ RECIO, Glicerio (coord.), La Internacional Católica. Pax Romana en la política europea de posguerra, Alicante, Editorial Biblioteca Nueva - Universidad de Alicante, 2005, pp. 51-54. 

 

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