José Luis Martín Vigil, Tierra brava

   "Pero las horas del tiempo no se habían completado todavía".

 

   "El toro, un animal meleno, negro zaino de piel, todo músculo, arremetía ya contra la yegua retinta cuando quisieron darse cuenta.

   Cualquiera de los presentes habría salido de la suerte sin mayor complicaicón. Más aún: la yegua sola, dejada a su instinto natural, hubiera hecho con gracia el quiebro conveniente. Pero el jinete, confuso y sorprendido, tiró de las riendas hacia sí; puso de patas a la cabalgadura, queriendo salir por el lado que no era, por el lado que tapaba la embestida del toro y, en definitiva, echó sobre los cuernos a la yegua.

   Todo fue en un segundo. El toro, codicioso y bronco, enganchó y derribó, ensañándose en el vientre del pobre animal [...] 

   Agonizaba la yegua retinta, con los intestinos sueltos y los ojos extraviados. Celso, pie a tierra junto a ella, apretaba los puños y los dientes. El sol arrancaba una chispa de rebrillo a la sangre, que fluía espesa y negra. Cruzó, bajo, un sisón, como una flecha de acero. Alejándose insensibles, repicaban cansinos y tontos los cencerros". 

 

José Luis Martín Vigil, Tierra brava, Barcelona, Editorial Juventud, 1959.

Las citas, de las páginas 173 y 175. 


 

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