Massimo L. Salvadori, Breve historia del siglo XX

    <<En los primeros años de la segunda posguerra, el mundo comunista, empujado por su credo milenarista, se presentaba como un futuro inevitable en virtud de las leyes necesarias de la historia. La consolidación del imperio soviético en la Europa oriental (con excepción de Yugoslavia, que lo había abandonado en 1948) y la victoria de Mao en China, entonces estrechamente vinculada a Moscú, echaron los cimientos de un "mundo socialista" que, al menos superficialmente, parecía un gigantesco monolito en movimiento>>.

     <<Uno de los datos fundamentales para comprender la naturaleza de los dos grandes "sujetos" en lucha era su relación entre apariencia y realidad. En el mundo comunista, dado el carácter de las instituciones totalitarias, la apariencia cubría por completo la realidad, la escondía y la mistificaba. La sociedad no se conocía a sí misma, y la imagen de las oligarquías estaba tergiversada por la propaganda del régimen, para la cual la información del estado real de las cosas era un privilegio y un secreto del grupo restringido que ocupaba el poder. Todo esto daba a los gobiernos comunistas la posibilidad de construir y comunicar una imagen de vigor y robustez que intensificaba el fanatismo de sus fieles, pero que con el paso del tiempo, a medida que se hacían evidentes las grietas del edificio, acabó por sembrar en la sociedad el escepticismo, el cinismo e incluso el desprecio. Así se destruyeron las bases del consenso>>.

      <<En cuanto a la dimensión económica, la situación soviética era diametralmente opuesta a la de los Estados Unidos. Mientras que éstos habían salido de la guerra sin una casa derribada, con una pérdida modesta de vidas humanas (poco más de 200.000 muertos) y un sistema productivo en plena expansión, la zona europea de la URSS (la más desarrollada) era un cementerio industrial y agrícola, producto de la sistemática politica de destrucción del invasor nazi. La caída demográfica había sido trágica por la pérdida de más de 20 millones de hombres, de modo que el país debía afrontar problemas de reconstrucción de una amplitud y una gravedad excepcionales. Añádase a esto el hecho de que los países europeos sometidos a la Unión Soviética, con las únicas excepciones de Checoslovaquia y Alemania Oriental, pertenecían a la zona más atrasada del continente y eran los que habían padecido con más intensidad, sobre todo en el caso de Polonia, los efectos de la devastación bélica>>.

Massimo L. Salvadori, Breve historia del siglo XX, Madrid, Alianza Editorial, 2013.

Citas de las pp. 137, 139, 143-144.



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