Stanley G. Payne: José Antonio, la religión y 1936.

    "El proyecto de programa en veintisiete puntos elaborado por la Junta fue en gran parte obra de Ledesma, aunque sufrió una corrección de estilo de José Antonio. Hechos públicos en noviembre de 1934, los veintisiete puntos constituyeron una reafirmación sistemática de la propaganda nacional sindicalista de los tres años últimos. Se afirmaba que el Estado debía ser un <<instrumento totalitario>> al servicio de la nación, a la vez que se exponían todas las demás ideas falangistas sobre Imperio, juventud, exhortación militar, justicia social, reforma económica y educación popular.

   El punto 25, que se refería a la Iglesia, levantó una tormenta de discusiones. En la declaración se afirmaba únicamente que no se permitiría la interferencia de la Iglesia en asuntos seculares, al mismo tiempo que se declaraba explícitamente que la Falange era profundamente católica y totalmente respetuosa para con los fines religiosos de la iglesia". 

  "En 1936 José Antonio creía que, atrincherados en sus posiciones, los conservadores podían resultar más peligrosos aún para la Falange que la izquierda pro-marxista. indicó a los editorialistas del Arriba que concentraran su fuego sobre las derechas desacreditadas y tratasen bien a los líderes liberales del Frente Popular. José Antonio quería que sus partidarios no olvidaran quiénes eran los verdaderos responsables de la peligrosa situación por que España atravesaba. [...] El 21 de febrero, en una circular dirigida a todos los jefes territoriales y provinciales de España, José Antonio les comunicaba las siguientes instrucciones:

     <<Los jefes cuidarán de que por nadie se adopte actitud alguna de hostilidad hacia el nuevo gobierno, ni de solidaridad con las fuerzas derechistas derrotadas... Nuestros militantes desoirán terminantemente todo requerimiento para tomar parte en conspiraciones, proyectos de golpe de Estado, alianzas de fuerzas de orden y demás cosas de análoga naturaleza>> ". 

    "No se manifestaba ningún serio decrecimiento de la violencia callejera que venía constituyendo una verdadera plaga en la radical división política española desde el invierno de 1934. La ronda infernal empezó a girar más rápidamente y el número de muertos de la Falange sobrepasó los veinte y luego los treinta, con las correspondientes pérdidas por parte de las izquierdas. El partido adoptó la táctica de contratar a pistoleros asalariados, por lo menos en Madrid, para proteger a sus dirigentes y llevar a cabo sus raids de represalias. Tanto las milicias de Falange como sus rivales izquierdistas adquirieron pronto el carácter de bandas armadas". 

     "Mientras aumentaba de día en día la oleada de violencias, el débil gobierno liberal quiso tomar las rienda de la situación disolviendo la Falange [...] El 14 de marzo de 1936 Falange Española de las JONS fue declarada fuera de la ley. Todos los miembros de su Junta Política que pudieron ser localizados en Madrid fueron detenidos y encerrados en la Cárcel Modelo. Sólo uno o dos de ellos consiguieron escapar".   

    "Los acontecimientos de febrero y marzo de 1936 determinaron el fin de la efímera existencia del partido de José Antonio, pero a la vez marcaron el comienzo de un nuevo proceso bañado en sangre y lleno de frustraciones, que debía conducir a una Falange, ampliada y reorganizada, convertida en el partido del Estado español. [...] Después del 14 de marzo se hizo inevitable que la Falange, sóla o con algunos aliados, se lanzaría al ataque contra el gobierno".


Stanley G. Payne, Historia del fascismo español, París, Ruedo Ibérico, 1965, 254 p.

Las citas proceden de las pp. 59, 80-81, 82-83, 86. El libro no lleva indicación del lugar de su edición, sí de su impresión en el departamento del Loira, pero la editorial Ruedo Ibérico estuvo en París.




Comentarios

  1. Muy interesante ver la extrema polarización de aquella sociedad, que además, por lo que veo, tenía fácil acceso a las armas de fuego. Así pasó lo que pasó

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