J. Eslava Galán: sobre el hombre-pez de Liérganes

  "En diversos lugares de Europa existen leyendas de sirenas y hombres peces que viven en el mar y rehúyen el trato con los humanos. En febrero de 1679, unos pescadores de Cádiz atraparon en su red uno de estos hombres-pez. Lo que más llamaba la atención eran los dedos, que tenía unidos por una membrana, como la pata de un palmípedo, adaptada para nadar. Por lo demás era alto y fuerte, pelirrojo y presentaba escamas a lo largo de la columna vertebral y por el esternón y el vientre.

  El extraño hombre-pez fue confinado en un convento franciscano hasta que la Inquisición se ocupó de él. Durante su cautiverio sólo acertó a pronunciar una palabra: Liérganes. Era el nombre de un pueblo de Santander, al otro lado de España. Continuando con las indagaciones se llegó a saber que en Liérganes había desaparecido un joven que respondía a la descripción del hombre-pez y que era famoso en su pueblo por su desmedida afición a nadar. Al parecer se lanzó al Cantábrico la víspera de San Juan de 1674, desapareció entre las espumas y no se volvió a saber de él.

  Conocida esta historia, en enero de 1680 los frailes lo enviaron a Liérganes y su madre y hermanos lo reconocieron inmediatamente como Francisco de la Vega Casar y lo acogieron en la familia. Durante dos años permaneció entre ellos, pero rehuía el trato humano y sólo pronunciaba dos palabras: tabaco y pan. Se alimentaba de pescado o carne crudos y solía permanecer tumbado en el suelo boca abajo. Un buen día escapó, se arrojó al río Miera y se perdió en sus aguas. El padre Feijoo, desvelador de muchas supercherías, consideró cierta esta historia. El doctor Marañón, por su parte, señaló que seguramente Francisco de la Vega estaba aquejado de cretinismo e ictiosis". 

Juan Eslava Galán, España insólita y misteriosa, Barcelona, Planeta, 2006, pp. 229-230.

M. Marcos Fernández, "Los hombres peces en la literatura", Revista General de Marina, mayo de 2015, tomo 268, pp. 619-622. Disponible en: 

https://armada.defensa.gob.es/archivo/rgm/2015/05/cap04.pdf

Es evidente, Lovecraft está presente.



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