Se oyen claramente, ¡oído atento!, pasos firmes

 En la ciudad de perspectivas prolongadas

y densas arboledas movidas por un viento 

veteado de infinita música y silencio inagotable.

 

Cruzada por uno, dos, tres ríos de calmadas

aguas resplandecientes, doradas por el sol 

de la tarde, verdes a la luz del mediodía.

 

Ciudad de los mil e innumerables puentes

todos de mármol blanco y mármol negro.

 

Donde los fuegos cantan. Donde la luz muestra

visiones del mundo y de los mundos.

 

Donde cien tonos de azul confluyen en el negro 

profundo esplendor de la medianoche.

 

En un momento que cae fuera del tiempo 

(como sabes, se rompieron los relojes) 

se oyen claramente, ¡oído atento!, pasos firmes.

 

Pasos que desprenden polvo de oro y de azafrán. 

Cuyo ritmo y sonido huelen a canela y jazmín. 

 

Embajadores del mar.


Vienen.

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