T. Lobsang Rampa, El ermitaño
"Sentado en la oscuridad de la cueva, a los pies del Venerable, mientras la luz del día iba subiendo fuera de la cueva, el joven monje tuvo la sensación de que había permanecido sentado así por toda una eternidad. Estudiando, estudiando sin cesar. Con agrado, sus pensamientos iban al brillo de las lámparas de manteca de Lhasa, actualmente para él poco menos que una cosa del pasado".
T. Lobsang Rampa, El ermitaño, Barcelona, Destino, 1976
Disparatado pero entretenido.
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