E. Ruiz Abellán: multiculturalismo e ideología de género

   <<Frente a la firmeza del proyecto de la Ilustración que incluye entre sus logros la democracia, el liberalismo y la idea de los derechos humanos, la Postmodernidad, en sus diversas variantes, señala que este proyecto no sería ya funcional en un contexto, como el presente, que sería multicultural además de etnocéntrico, exclusivo de la cultura europea y con rasgos de un autoritarismo patriarcal. Frente a los frutos más valiosos de la época Moderna, la Postmodernidad dominada en su epistemología por este relativismo nihilista, que encuentra en Nietszche su principal inspirador, exhibirá el multiculturalismo, la ideología de género y el laicismo, entre otras manifestaciones que afectan desde el Derecho hasta algunas corrientes de la Teología, como sus señas de identidad más características.  [...]

   Impulsados por este relativismo se han abierto camino y tienden a instalarse entre nosotros, en muchos casos con la vigorosa ayuda de las entidades gubernamentales, varias ideologías que están hoy amparadas por el dogma de lo políticamente correcto: el “multiculturalismo”, un renovado” laicismo” y la “ideología de género” que han sabido aprovechar el hueco dejado por los discursos emancipadores de carácter universalista, para dar paso a movimientos a favor del reconocimiento de las identidades culturales. [...]

  Para el multiculturalismo todas las culturas tendrían el mismo valor ético. No sería válido proclamar la superioridad de una cultura, en particular la occidental, sobre otras. Esto, lógicamente, fomenta la aparición de “guetos” culturales en sociedades como la europea que, hoy, como consecuencia de la inmigración, es multiétnica. Sin embargo, la cultura occidental ha inventado valores e instituciones universales: la democracia, las libertades, los derechos humanos, la separación Iglesia-Estado, el mismo Estado, las Universidades, etc. No hay riesgo en decir que una democracia es mejor que una teocracia como forma de gobierno, que una constitución es mejor que la sharia como ley fundamental, que una decisión parlamentaria es más apropiada, en términos de vigencia social, que una sura coránica o que una sentencia de un tribunal es mejor que una fatwa. Los valores e instituciones de occidente tienden a expandirse. No hay más que fijarse en los procesos de modernización y desarrollo que han tenido lugar en el mundo desde el siglo XIX hasta nuestros días. Se puede decir que los países con menor nivel de desarrollo son los que no han conseguido dar “alcance a occidente”. Muchas de las turbulencias de nuestros días pueden explicarse en la frustración de tantas sociedades que no han logrado los niveles de libertad y desarrollo del mundo occidental.

    Por otra parte, si no eres consciente de los valores de tu propia cultura, y me refiero en este caso a la actitud muy generalizada de echar “toda” la culpa del subdesarrollo de muchos pueblos a las naciones de occidente, no sentiremos la necesidad de defender esta misma cultura. En este sentido, la ideología tercermundista unida al movimiento antiglobalización, sostienen que Europa, fundamentalmente, debe pagar las culpas de la explotación colonial y neocolonial, supuestamente generadora de todos los males que actualmente sufren los antiguos territorios colonizados y no desarrollados. Sin embargo, como sostienen muchos autores, por todos Salvador Forner en Comprender Europa, en la práctica el verdadero problema de la pobreza en el mundo, y especialmente en África, no podrá comenzar a resolverse mientras no se eliminen los obstáculos internos de orden fundamentalmente político, dictaduras y autoritarismos de toda clase y condición, que generan un auténtico círculo vicioso opuesto al desarrollo. [...]

   Respecto a la denominada “Ideología de Género”, algún autor la ha considerado como el nuevo nombre del marxismo. Según Gambra (Historia sencilla de la filosofía): “Las dos últimas décadas han conocido una evolución importante en la ideología y praxis del marxismo”. Se trata del rescate de la obra de Gramsci. Para Gramsci, las ideas y creencias no son simple emanación pasajera de la economía como dijera Marx, sino que poseen una realidad que constituye la cultura en que cada hombre y cada pueblo vive inmerso. Para Gramsci “la revolución nunca se realizará verdaderamente mientras no se produzca de un modo orgánico y dialéctico dentro de una cultura que es lo que habría que desmontar y reconstruir al mismo tiempo que se utiliza”. Es en esta línea en la que las propuestas de la ideología de género proponen la deconstrucción de la familia y de la sociedad para luego rearmarla con parámetros marxistas.

   La ideología de género es también relativista al concebir la vida humana como producto exclusivamente de la creación histórica sin aceptar la existencia de la vertiente natural del hombre. Por tanto, según este enfoque, no existiría ab initio varón o mujer, sino que todo hombre o mujer va construyendo, a medida que va viviendo, su propia vida de relación con los demás según el deseo de cada uno. En realidad el ser humano, para esta ideología, nace sexualmente neutral y luego, es socializado como hombre, mujer , gay o lesbiana. Es por ello por lo que el feminismo más radical propone depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos “sexo-específicos”. Es en este contexto en el que se habla de roles socialmente construidos -la maternidad sería uno de esos roles- cuando se refieren a las ocupaciones que la sociedad asigna a uno u otro sexo. La política educativa, el cambio de lenguaje y la imposición política serían los instrumentos elegidos como más idóneos para este cambio de estructuras. [...]>>

Eduardo Ruiz Abellán, [Resumen histórico de cómo ha sido tratada la cuestión social en el pensamiento y en la legislación desde la publicación del Manifiesto hasta nuestros días], en Derecho social y administración pública, Santiago de Compostela, Escuela Gallega de Administración Pública, 2013, pp. 576-589.