José Luis Ferris, Bajarás al reino de la tierra

  "Le temblaban las manos. Era la prueba física y concluyente de que algo rugía en su interior, el síntoma inequívoco de que algún factor extraño comenzaba a desequilibrar el orden íntimo de las cosas. Apoyado en la barra del bar contemplaba su imagen repetida en el enorme espejo que cubría la pared del fondo, tras el mostrador. Por encima de las botellas, de las copas alineadas boca abajo con una lógica estudiada y diáfana, su rostro le confirmaba el profundo deterioro al que le sometía de cuando en cuando la falta de sueño". 

  "La memoria es esquiva y caprichosa pero acaba cediendo como la cerradura de una vieja poterna".

José Luis Ferris, Bajarás al reino de la tierra, Barcelona, Planeta, 1999.






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