Marvin Harris, Caníbales y reyes

 "En ningún otro lugar del mundo se había desarrollado una religión patrocinada por el Estado cuyo arte, arquitectura y ritual estuvieran tan profundamente dominados por la violencia, la corrupcion, la muerte y la enfermedad. En ningún otro sitio los muros y las plazas de los grandes templos y los palacios estaban reservados para una exhibión tan concentrada de mandíbulas, colmillos, manos, garras, huesos y cráneos boquiabiertos. Los testimonios oculares de Cortés y su compañero conquistador Bernal Díez no dejan dudas en lo que atañe al significado eclesiástico de los espantosos semblantes representados en piedra. Los dioses aztecas devoraban seres humanos. Comían corazones humanos y bebían sangre humana. Y la función explícita del clero azteca consistía en suministrar corazones y sangre humanos frescos a fin de evitar que las implacables deidades se enfurecieran".  Páginas 169-170

"Los aztecas no fueron los primeros mesoamericanos que sacrificaron seres humanos. Sabemos que los toltecas y los mayas cumplían esta práctica y parece razonable inferir que tods las pirámides mesoamericanas de lados escalonados y remate plano estaban destinadas a servir como escenario para el espetáculo durante el cual los seres humanos eran alimento de los dioses [...] Desde Brasil hasta los Grandes Llanos, las sociedades indoamericanas sacrificaban ritualmente víctimas humanas con el fin de lograr determinado tipo de beneficios". Página 174

"El día del sacrificio, el prisionero de guerra, atado por la cintura, era arrastrado hasta la plaza. Rodeado por mujeres, que lo insultaban y lo maltrataban [...] Los hombres se pasaban unos a otros la maza ceremonial que se utilizaría para matarlo con el fin de adquirir el poder para hacer un prisionero en el futuro. [...] Al final, cuando aplastaban su cráneo, todos gritaban y chillaban. Si el prisionero se había casado durante su período de cautiverio, esperaban que la esposa derramara algunas lágrimas junto a su cadáver antes e unirse al festín posterior. En ese momento, las ancianas corrían a beber la sangre tibia y los niños mojaban sus manos en ella. Las madres untaban sus pezones con sangre para que incluso los bebés pudieran probarla. El cadáver era cuarteado y cocinado a la parrilla mientras las ancianas, que eran las más anhelantes de carne humana, chupaban la grasa que caía de las varas que formaban la parrilla".  Páginas 175-176

"Por ejemplo, los cronistas españoles se enteraron de que en 1487, durante la consagración de la gran pirámide de Tenochtitlán, cuatro filas de prisioneros de 3 km de largo cada una fueron sacrificados por un equipo de verdugos que trabajaron día y noche durante cuatro jornadas. El demógrafo e historiador Sherburne Cook calculó dos minutos por sacrificio y llegó a la conclusión de que el número de víctimas relacionadas con ese acontecimiento específico ascendía a 14.100. La escala de estos rituales podría rechazarse como una exageración si no fuera por los encuentros de Bernal díaz y Andrés de Tapia con hileras de cráneos humanos metódicamente ordenados, y por ello fácilesde contar, en las plazas de la ciudades aztecas. Díaz escribe que en la plaza de Xocotlán <<había pilas de cráneos humanos dispuestos con tanta regularidad que uno podía contarlos y los calculé en más de cien mil. Vuelvo a repetir que había más de cien mil>>. De su encuentro con la enorme estantería repleta de cráneos en el centro de Tenochtitlán, Tapia escribió: <<[...] contaron las varillas en cruz y al multiplicar por cinco cabezas cada varilla de un poste a otro, como he dicho, descubrimos que había 136.000 cabezas>>.  Páginas 183-184 

Marvin Harris, Caníbales y reyes, Madrid, Alianza Editorial, 2022 (1987)

Cannibals and Kings. The Origins of Cultures, 1977 

Las páginas se indican tras cada cita. 

Partes de una torre azteca formada por cráneos producto de sacrificos humanos. Sitio arqueológico del Templo Mayor, en Ciudad de México (Instituto Nacional de Antropología e Historia INAH)









Comentarios

Entradas populares