Frank Dikötter, Dictadores

    "A lo largo del siglo XX, cientos de millones de personas han vitoreado a sus dictadores, aunque estos los llevaran por el camino de la ervidumbre. En regiones enteras del planeta, el rostro del dictador aparecía en vallas y edificios. Sus retratos se encontraban en todas las escuelas, oficinas y fábricas. La gente corriente tenía que inclinarse ante su efigie, pasar frente a su estatua, resucitar sus escritos, alabar su nombre, ensalzar su genio. Las modernas tecnologías, desde la radio y la televisión hasta la producción industrial de carteles, insignias y bustos, lograban para el dictador una ubicuidad que habríasido inimaginable en tiempos de Luis XIV. [...]  En 1956, Nikita Jurschov denunció a Iósif Stalin y describió en detalle su reinado de miedo y terror. Dio un nombre a la <<repugnante adulación>> y a los <<delirios de grandeza>> que, a su entender, habían acompañado a su antiguo señor: los llamó <<culto al individuo>>. Dicha expresión se tradujo como <<culto a la personalidad>>. Aunque no se trate de un concepto elaborado con rigor, ni lo propusiera un gran estudioso de la sociedad, la mayoría de los historiadores lo considera adecuado". 

   "Los dictadores disponían de un gran número de estrategias para abrirse paso hasta el poder y librarse de sus rivales. Por nombrar tan solo unas pocas, podían recurrir a sangrientas purgas, a manipulaciones, al <<divide y vencerás>>. Pero a largo plazo, el culto a la personalidad era lo más eficaz. El culto a la personalidad rebajaba a la vez a aliados y rivales, y los obligaba  colaborar en común sumisión. Por encima de todo, el dictador los obligaba a aclamarlo en presencia de los demás, y así todos ellos se veían forzados a mentir. Si todo el mundo mentía, nadie sabía quién estaba mintiendo y se volvía más difícil hallar cómplices y organizar un golpe.

   ¿Quién creaba el culto a la personalidad? Se recurría a hagiógrafos, fotógrafos, dramaturgos, compositores, poetas, editores y coreógrafos. Se recurría a poderosos ministros de propaganda y, en ocasiones, a sectores enteros de la industria. Pero la responsabilidad última residía en los propios dictadores". 

    "Bajo el liderazgo de Stalin, el Partido se había vuelto sacrosanto. La línea del Partido se presentaba coo una voluntad divina que se encontraba más allá de todo debate. Stalin devino en personificación de la santidad, en vozhd o gran líder, término que previamente se había reservado a Lenin".  

     "Durante la década de 1930 el terror y la propaganda habían ido de la mano, y millonesde personas habían sufrido hambre, encarcelamiento o ejecución. Tan sólo los más desatinados de sus admiradores extranjeros habrían podido creer que sus propias víctimas adoraban de verdad al autor de tanta miseria humana". 

Frank Dikötter, Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX, Barcelona, Acantilado, 2023.

Las citas son de las páginas 11 a 13 (del Prefacio) y de las páginas 134  y 159 (Stalin)  El libro tiene ocho capítulos dedicados a: Mussolini, Hitler, Stalin, Mao, Kim Il-sung, Duvalier, Ceausescu y Mengistu. También cuenta con una interesante bibliografía y un buen índice.  Buen libro. 



Comentarios

Entradas populares