Ian Kershaw: sobre Stalin y el terror.

    "El sello distintivo del régimen de Stalin fue el terror, ejercido a una escala colosal, y fundamentalmente dirigido contra los ciudadanos de su propia nación. El número de personas ejecutadas, encarceladas, confinadas en condiciones bárbaras en campos de trabajo, deportadas a regiones inhóspitas o condenadas a morir de una inanición deliberadamente fomentada desde las altas esferas políticas, se cuenta por millones. En el período álgido del terror estalinista, entre los años 1937 y 1938, nadie podía sentirse realmente a salvo. El miedo se enseñoreó del territorio. Parte del esfuerzo de guerra soviético se basó en la perpetración de los más extremos actos de crueldad. Y después de la contienda la represión béica generalizada se recrudeció con fuerza, para no ceder sino después de la muerte de Stalin".

         "La compleja personalidad de Stalin no sólo desconcertó a sus coetáneos, también se ha revelado inmune a la cabal comprensión que tanto han intentado los analistas posteriores. Se acepta por regla general que Stalin padecía un marcado desorden de personalidad [...], hay un sinfín de indicadores que atestiguan un temperamente extremadamente receloso, compatible con la paranoia pura y dura. Veía traiciones en todas la esquinas y estaba obsesionado con la ide de perecer asesinado (aunque, hasta donde nos es dado saber, nadie atentara contra su vida) [...] Era capaz de controlar sus emociones. Rara vez levantaba la voz o cedía a la cólera. Era un hombre lúcido y calculador. Sin embargo, con independencia de cómo se acerque uno a su personalidad, lo cierto es que la paranoica desconfianza que le inspiraba toda persona y toda circunstancia era un rasgo capital de su carácter, además de un determinante clave de su conducta. Por otra parte, esa condicion encaja con otra característica fundamental: la de ser una persona profundamente vengativa, capaz de tratar con inmisericorde frialdad a sus incontables víctimas. [...] Sus inclinaciones subyacentes, unidas al contexto específico en el que se aupó al poder y a los peligros reales e imaginarios, que acompañaron su existencia en la cima del sistema, determinaron que su carácter paranoico alcanzara límites extremos". 

      "Uno de los prerrequisitos que explican la forma en que Stalin pudo ejercer el poder después de 1929 es el tipo e sociedad surgido tras casi tres décadas de turbulencias y levantamientos colosales [rebelión de 1905, inmensas pérdidas de la Primera Guerra Mundial, derrocamiento del zar en febrero de 1917, salvajismo de tres años de guerra civil con más de 7 millones de muertos, hambruna y fusilamiento en masa de campesinos entre 1921 y 1922...]  [...] Se trataba de una sociedad que no encontraba equivalente en toda Europa. La gigantesca situación de desorden y fractura que heredó Stalin actuó como plano de sustentación para la explosión de terrorismo que terminaría viviéndose en la década de 1930 [...] la vida humana apenas tenía valor alguno, y en la que el uso de la represión y el terror arbitrario por parte de la policía, el partido y el estaod suponía un mal endémico. No existía la legalidad, al menos no como la entendemos en Occidente".

Ian Kershaw, Personalidad y poder. Forjadores y destructores de la Europa Moderna, Barcelona, Crítica (Planeta), 2022,

Citas de las pp. 151-153 y 159-160.  Son del capítulo "4. Iósif Stalin. El hombre que aterrorizó a su propio pueblo y se erigió en ídolo de la <<Gran Guerra Patriótica>>". 

Personalidad y poder es una obra de Historia de gran interés: relaciona las características de la personalidad de 12 destacados gobernantes del siglo XX con las circunstancias en que alcanzaron y mantuvieron el poder.  Se ocupa de Lenin, Mussolini, Hitler, Stalin, Churchill, De Gaulle, Adkenauer, Franco, Tito, Thatcher, Gorbachov y Kohl. 




Comentarios

Entradas populares