Patricia Highsmith, Gente que llama a la puerta

     "La muchacha se fue sola a las duchas y Arthur preparó dos tazas de café instantáneo, fuerte y negro, sin azúcar, como Francey lo había tomado en el Silver Arrow. El mundo parecía cambiado, como si él hubiera renacido y, al pensar en los cristianos renacidos, Arthur profirió una sonora carcajada. Sería magnífico levantarse en la iglesia y gritar: <<¡Soy un renacido porque me he acostado con una chica simpática... y, por si fuera poco, sin estar casados!>>. ¡Le hubieran echado sin contemplaciones!".

Patricia Highsmith, Gente que llama a la puerta, Barcelona, Planeta DeAgostini, 2002.

People who Knock on the Door, 1983


       





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