Julio Cortázar, La autopista del sur

    "No atardecía nunca, la vibración del sol sobre la pista y las carrocerías dilataba el vértigo hasta la náusea. Los anteojos negros, los pañuelos con agua de colonia en la cabeza, los recursos improvisados para protegerse, para evitar un reflejo chirriante o las bocanadas de los caños de escape a cada avance, se organizaban y perfeccionaban, eran objeto de comunicación y comentario. El ingeniero bajó otra vez para estirar las piernas, cambió unas palabras con la pareja de aire campesino del Ariane que precedía al 2HP de las monjas. Detrás del 2HP había un Vokswagen con un soldado y una muchacha que parecían recién casados.  La tercera fila hacia el exterior dejaba de interesarle porque hubiera tenido que alejarse peligrosamente del 404; veía colores, formas, Mercedes Benz, ID, 4R, Lancia, Skoda, Morris Minor, el catálogo completo. A la izquierda, sobre la pista opuesta, se tendía otra maleza inalcanzable de Renault, Anglia, Peugeot, Porsche, Volvo; era tan monótono que al final, después de charlar con los dos hombres del Taunus y de intentar sin éxito un cambio de impresiones con el solitario conductor del Caravelle, no quedaba nada mejor que volver al 404 y reanudar la misma conversación sobre la hora, las distancias y el cine con la muchacha del Dauphine". 

Julio Cortázar, "La autopista del sur", en Todos los fuegos el fuego, Madrid, Alfaguara, 1984. 

1ª ed. Editorial Sudamericana, 1966

Renault Dauphine Gordini, 1962

Simca Ariane, 1962
 
Morris Minor, 1961





Comentarios

  1. Me temo que con la muchacha adelfinada y esbelta hubo todos los fuegos, el fuego. Y sin marcha atrás alguna.

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    1. El título me parece magnífico: Todos los fuegos el fuego. Y sí, la moza fue pretendida durante el magno atasco por dos personajes y eligió al que más simpático era para el autor. En la literatura, como en la vida, todo está en tener suerte.

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