Malcolm Godwin, Ángeles

   "Por lo general, Miguel es mostrado con una espada desenvainada, que simboliza su papel como gran adalid de Dios. [...]

    Existen tradiciones musulmanas que describen a Miguel en una forma prodigiosa. <<Alas de color verde esmeralda... cubierto con cabellos de azafrán, cada uno de ellos conteniendo un millón de caras y bocas y muchísimas lenguas que, en un millón de dialectos, imploraban el perdón de Alá>>.   En el Corán se dice que los querubines se formaron a partir de las lágrimas vertidas por este gran Ángel sobre los pecados de la fe. [...]

     En la Edad Media también se sostuvo que Miguel era el <<acompañante del alma>>, el conductor de las almas hacia el otro mundo. Como la Iglesia estaba ansiosa por atraer a los antiguos adoradores paganos de la Galia romana, que seguían manteniéndose fieles al dios Mercurio, dotó a Miguel con muchos de los atributos de ese Dios del mundo terrenal. Las capillas dedicadas a Miguel se levantaron sobre las ruinas de los templos antiguos, que invariablemente se habían construido sobre colinas o montículos. Así, Miguel, como Mercurio, llegó a ser el guía de los difuntos. Los numerosos <<montes de Miguel>> que se encontraron en toda Europa y Gran Bretaña atestiguan el poder del arquetipo antiguo -el montículo de los difuntos. En épocas más remotas, muchos de esos lugares fueron los puntos centrales de las fuerzas terrestres conocidas como Fuerzas del Dragón, por lo cual casi no es una coincidencia que la fama de Miguel estuviese conectada con la destrucción del Dragón. [...] Mientras la Iglesia desterraba al Infierno a todas las primitivas deidades paganas, en el caso de Miguel los diversos poderes de todos estos dioses fueron absorbidos dentro de los atributos del Arcángel". 

Malcolm Godwin, Ángeles, Barcelona, Ediciones Robinbook, 1995, 292 p. 

Estatua de San Miguel Arcángel, castillo de Javier, Navarra.

Castillo de Javier, Navarra.


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