Antonio Muñoz Molina, No te veré morir

 "El invierno estaba allí más avanzado que en Nueva York, donde las copas de los arces, los robles, y los ginkgos aún llameaban rojas y amarillas en Central Park y en Riverside Park, irradiando todavía su propia luz dorada cuando ya se había puesto el sol y hacía más frío pero aún no empezaba a anochecer. Había un atajo para llegar desde la estación a la casa de Aristu, un sendero ancho en el bosque, debajo de robles muy altos que entrelazaban sus copas, al costado de un arroyo de tumultuosa espuma blanca saltando sobre guijarros de un lustre de pedernal". 

Antonio Muñoz Molina, No te veré morir, Barcelona, Seix Barral, Planeta, 2023. 


El primer tercio de la novela está escrito sin separación de párrafos y sin puntos, lo que no termina de convencerme. 



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