Marcelo Vigil: sobre las invasiones bárbaras de Hispania

 "En el s. II dC se sabe que tribus de Mauritania atravesaron el estrecho de Gibraltar e invadieron Hispania durante el reinado de Marco Aurelio (161-180). Según la Historia Augusta, estas tribus devastaron casi toda la Península. Los mayores efectos de esta invasión se hicieron sentir sobre la Bética. [...]

En la segunda mitad del s. III dC, durante el reinado de Galieno (253-268) invadieron la Península grupos de francos y alamanos. Según los textos históricos, los francos y alamanos cruzaron el Rhin y, después devastar las Galias, entraron en Hispania destruyendo a su paso ciudades de la importancia de Tarraco. Los francos que invadieron la Península debieron de permanecer en el país varios años e hicieron correrías en él, especialmente en la costa oriental y la costa meridional, llegando hasta Gades; después pasaron al N. de África.  Las consecuencias de esta invasión fueron principalmente los ataques realizados contra ciudades, muchas de las cuales se recuperaron con dificultad. Téngase en cuenta que la vida urbana había entrado ya en crisis y que las ciudades carecían de recursos financieros para hacer frente a estas devastaciones. Como consecuencia de estos hechos, las ciudades de Hispania se rodearon de murallas, para prevenir nuevos ataques de los bárbaros. El núcleo urbano que quedó dentro de estas nuevas fortificaciones era mucho más pequeño que el casco urbano anterior de estas ciudades. [...]

La gran invasión bárbara del año 409 que puso ya en entredicho el poder político romano en Hispania, se llevó a cabo con gran facilidad. Los invasores fueron ocupando las distintas regiones de la Península sin encontrar oposición por parte del ejército romano. La facilidad y la rapidez de esta invasión se debió a la inestabilidad social y política que existía en Hispania en aquellos momentos, que se exteriorizaba por medio de revueltas campesinas y de otros tipos de oposición al poder imperial. Las revueltas contra el poder imperial no se dieron sólo en Hispania, sino también en otras partes del Imperio, coincidiendo en muchos casos con la entrada de los bárbaros. [...]

Las tribus bárbaras que en el año 409 atravesaron los Pirineos formaban tres grupos principales: los suevos, los vándalos y los alanos. Se asentaron en el país y se repartieron las diversas regiones. Los suevos y los vándalos asdingos se asentaron en Galecia; los vándalos silingos en la Bética, y los alanos, los menos numerosos, en la Lusitania y en la Cartaginense, las provincias más extensas. Sólo la Tarraconense quedó libre de bárbaros. Las guerras continuas entre estos pueblos y contra los ejércitos romanos, y la intervención de los visigodos como federados de los romanos para luchar contra ellos, hicieron muy inestable su permanencia en Hispania. De ellos, sólo los suevos lograrían formar un reino que tuvo una existencia prolongada en el NO peninsular. Los visigodos, que habían intervenido primeramente como aliados de los romanos contra los pueblos invasores, irían penetrando más tarde en la Península, al ir viendo mermaos sus territorios de las Galias. Su asentamiento definitivo en Hispania no se hizo hasta el s. VI dC". 

Marcelo Vigil, Edad Antigua, en Historia de España Alfaguara I, Alianza Editorial, 1981, pp. 429-431

Ulpiano Checa, La invasión de los bárbaros, 1887 

Lola Flores: Pepa Bandera

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