Tom Burns Marañón, Entre el ruido y la furia

 "Una crisis constitucional es fruto de un conjunto de circunstancias y entre ellas siempre figuran dos. Una es el descuido y la dejadez, la mediocridad y hasta la inmoralidad de un régimen político que muestra estar próximo al agotamiento. La otra es la irrupción de bruscos cambios en el entorno socioeconómico que el sistema es incapaz de encauzar y que aceleran su extenuación. Una crisis constitucional no es un accidente fortuito.

   Toda quiebra de la legalidad tiene un prolongado periodo de gestación y, en ausencia de medidas para detectar y detener el proceso, el acaecimiento pilla al poder desprevenido. [...] Tales fracturas se han sucedido una y otra vez en todos los lugares del mundo. En España, las crisis constitucionales se han prodigado en los dos últimos dos siglos y en el tercer año del reinado de Felipe VI se produjo una más. No se previó debidamente la proclamación de la República catalana independiente en el último trimestre de 2017.

   No se vaticinó la ruptura, entre otras razones, porque la exclusiva preocupación del Gobierno central, cuya debilidad era extrema, se centraba en la recuperación económica y porque España había sufrido una parálisis institucional a lo largo del año anterior. El independentismo, que dominaba la conversación en Barcelona y en Gerona, no encabezaba la agenda de Madrid ni la de Huelva, por citar a dos de las otras cuarenta y ocho provincias de España. [...]

   La proclamación de la República catalana fue meticulosamente preparada en unos años de dura recesión económica que causaron fuertes brechas sociales, removieron sentimientos identitarios y fomentaron movimientos populistas. Es incuestionable que las crecientes pretensiones nacionalistas, canalizadas en el llamado procés, fueron ignoradas por un renqueante sistema político español. También fueron obviadas por unas autocomplacientes élites empresariales en Cataluña que tenían todas las de perder con una secesión. 

   Una vez consumada, la bravata independentista fracturó la sociedad catalana y enojó hondamente a la del resto de España, donde despertó entusiasmos patrióticos que se creían pertenecientes a otra época. También provocó una angustiada introspección en la generación que vivió con ilusión y confianza el tránsito de la dictadura a la democracia.

   Se había esfumado el espíritu reconciliador de la Transición política. Se habían hecho presentes el ruido, la furia y muchos cuentos contados por idiotas".

Tom Burns Marañón, Entre el ruido y la furia, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2018.

Los fragmentos copiados están al principio de este apasionante libro, en la introducción.  

 

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