Graham Greene, Nuestro hombre en La Habana

 "Podría distinguir que se acercaba Milly como distinguía desde lejos cuando se acercaba un coche patrulla. Silbidos en vez de sirenas le anunciaron su llegada. Tenía la costumbre de caminar desde la parada del autobús en la avenida de Bélgica, pero hoy los tiburones parecían operar en la dirección de Compostela. No eran tiburones peligrosos, tenía que admitirlo de mala gana. El saludo que había comenzado cerca de su decimotercer cumpleaños era en realidad un saludo de respeto, pues, aun para los elevados niveles de La Habana, Milly era hermosa. Tenía el pelo del color de la miel pálida, cejas oscuras, y su colita de caballo estaba cortada por el mejor peluquero de la ciudad. No prestaba atención a los silbidos, lo único que conseguían era hacerla pisar más alto: al verla caminar se podía creer casi en la levitación. Ahora el silencio le hubiera parecido un insulto". 

Graham Greene, Nuestro hombre en La Habana, Barcelona, Folio (ABC), 2004, 253 p. 

Our Man in Havana, 1958





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