Julio Valdeón: repoblación de Andalucía Bética y Murcia por Alfonso X

   "Una de las grandes preocupaciones de Alfonso X era, obviamente, consolidar el dominio de los territorios que acababan de ser ganados a los musulmanes. Esta actividad se plasmó en las tierras de la Andalucía Bética, que habían sido incorporadas a los reinos de Castilla y León apenas hacía unos años, así como en el reino de Murcia. Ahora bien, el rey Sabio también manifestó interés por repoblar las tierras del norte de sus reinos, particularmente Galicia, Asturias y el actual País Vasco. [...] La actividad repobladora tenía un objetivo económico (el aprovechamiento máximo de las tierras conquistadas) y otro militar. [...]  Había que asentar pobladores cristianos en la Andalucía Bética, pero a la vez era imprescindible organizar la defensa militar de aquellas tierras, convertidas, desde mediados de la decimotercera centuria, en la nueva frontera entre la Cristiandad y el Islam peninsulares. Las zonas de mayor peligro, por cuanto se hallaban próximas al reino nazarí de Granada, fueron encomendadas, preferentemente, a las órdenes militares, sin duda bien preparadas para asumir esas funciones. [...]             Otro de los objetivos que buscaba el rey Sabio era potenciar lo más posible los grandes concejos, herederos de florecientes urbes de tiempos de la dominación musulmana. [...] La localidad de Baeza recibió el fuero de Cuenca  [...]  La ciudad de Córdoba, antigua capital califal recibió en el año 1241 el Fuero Juzgo, texto de los tiempos visigóticos que se había implantado años atrás en la urbe toledana.  [...]  Sevilla recibió, al igual que Córdoba, el Fuero Juzgo, en su versión toledana.  [...]                                 Sin duda, el ejemplo repoblador más llamativo de cuantos se pusieron en marcha a mediados del siglo XIII en el ámbito andaluz fue el que se desarrolló en la ciudad de Sevilla y su alfoz, recogido en el conocido libro del repartimiento [...] En el repartimiento de Sevilla y su alfoz hay que distinguir dos tipos de concesiones: por una parte los llamados <<donadíos>> y por otra los simples <<heredamientos>> . Los donadíos, que eran las donaciones de mayor entidad, podían ser de dos categorías, mayores y menores. Los donadíos mayores aludían a las grandes concesiones otorgadas por el monarca, en forma de premio por su participación en la conquista de Sevilla, a los sectores más encumbrados de la sociedad, a saber, los miembros de la familia real, los ricos hombres, las órdenes militares y, también, la iglesia catedral de la antigua Hispalis.  [...]   Los donadíos menores eran concesiones, sin duda de menor entidad, efectuadas a oficiales de la cortes, personas vinculadas a la administración regia, eclesiásticos de segundo orden o incluso algunos miembros destacados de la minoría judía, que habían prestado su colaboración al rey Sabio en las campañas militares desarrolladas en las tierras andaluzas.                                                                                                                                      Los heredamientos eran, por el contrario, las concesiones hechas a los auténticos pobladores de Sevilla y su término. Había que tener en cuenta, no obstante, a la hora de efectuar la concesión, la condición social del colono que había decidido establecerse en Sevilla y su alfoz.  [...] El contraste entre los donadíos y los simples heredamientos era a todas luces espectacular. De todos modos, hay que tener en cuenta la rotunda diferencia entre los caballeros y los peones y, dentro de los primeros, a su vez, entre los de linaje y los de origen popular. [...]                                                                                                   Repartimientos se efectuaron, cómo no, en otras muchas localidades andaluzas, como Carmona, Écija, Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María o Vejer  [...]                                                                         Ciertamente, los sectores más poderosos de la sociedad, los estamentos privilegiados (a saber, la nobleza y la Iglesia) se hicieron con grandes dominios territoriales, pero el rasgo dominante del proceso repoblador de la Andalucía Bética fue, no obstante, el predominio de los pequeños y medianos propietarios de tierras. No es posible, por lo tanto, establecer un paralelismo entre la puesta en marcha de los repartimientos y la aparición en tierras andaluzas de los latifundios. El proceso de concentración de la propiedad de la tierra fue posterior a la época que estamos analizando. De todos modos hay que señalar que la repoblación de las tierras andaluzas tropezó con numerosas dificultades [...], tierras gravemente dañadas por los recientes enfrentamientos militares  [...]  Pero a ese problema se añadió otro, quizá aún más grave. Nos referimos a las campañas militares que lanzaban, con bastante frecuencia, los nazaríes desde las tierras granadinas, muchas de las cuales llegaron hasta las cercanías de la propia ciudad de Sevilla. Añádanse los efectos negativos de la revuelta mudéjar del año 1264 y, algún tiempo después, la devastadora presencia en tierras del Guadalquivir de los benimerines norteafricanos. Así las cosas, no es extraño que a los pocos años de efectuarse el repartimiento de Sevilla y su alfoz, nos encontremos con numerosas casas vacías y con pobladores que, desencantados, habían abandonado aquel territorio". 

   "La repoblación de las tierras murcianas había dado comienzo en la década de los cincuenta del siglo XIII, aun cuando el primer repartimiento llevado a cabo por el rey Sabio, que data del año 1257, tuvo un carácter muy limitado. [...] De hecho, la presencia castellana en las tierras del reino de Murcia quedaba reducida, por esas fechas, aparte de los repobladores citados, a algunas guarniciones militares localizadas en determinadas fortalezas. La presencia, unos años después, de Jaime I de Aragón -que, como sabemos, actuó en apoyo de su yerno el rey Sabio contra los mudéjares que se habían rebelado en el antiguo reino de Murcia-, se tradujo en la concesión de donaciones diversas, por lo general consistentes en grandes donadíos, a algunos caballeros de sus reinos, los cuales habían formado parte de su ejército. Jaime I hizo concesiones de gran extensión territorial, entre las mil y las tres mil tahúllas, aunque a la postre apenas fueron efectivas. [...]

    El repartimiento de mayor envergadura de Murcia y su huerta se llevó a cabo después de que la revuelta mudéjar fuera definitivamente sofocada. Estamos hablando del repartimiento ordenado por Alfonso X entre los años 1266 y 1267 [...], en ese repartimiento se entregó alrededor de la mitad de la huerta de Murcia a un total de unos mil seiscientos repobladores. De todos modos, en aquellas fechas resultaba sumamente difícil encontrar pobladores. [...] Algunos colaboradores directos del rey Sabio, así como las órdenes militares y la Iglesia, recibieron importantes donadíos, plasmados en amplias concesiones territoriales. Pero el objetivo esencial que pretendía alcanzar Alfonso X era, sin duda alguna, fortalecer al concejo de Murcia, de cuyo espacio central había sido expulsada la población mudéjar, que hubo de establecerse en el arrabal denominado de la Arrixaca. A los nuevos pobladores que iban a las tierras murcianas se les daba un heredamiento, de acuerdo, obviamente, con su condición social, lo que significaba que se diferenciaban los caballeros y los peones. [...]  Los repobladores, al igual que había sucedido en las tierras andaluzas, estaban obligaos a residir en la tierra que habían recibido. Además, no podían enajenar los bienes donados hasta que transcurriera un mínimo de cinco años. [...]                                                                                                                                                              De todas formas, la repoblación del reino de Murcia tropezó, al igual que la de la Andalucía Bética, con serios problemas. La marcha contínua de mudéjares hacia el reino de Granada suponía una notable disminución de la mano de obra. También hubo repobladores que, desilusionados ante las dificultades, terminaron por abandonar el reino de Murcia". 

VALDEÓN BARUQUE, Julio, Alfonso el Sabio. La forja de la España moderna, Madrid, Planeta Madrid, 2011.

Los fragmentos reproducidos son del capítulo III, "La repoblación de las tierras" (pp. 47 ss.) 

Por este libro su autor recibió el Premio Nacional de Historia en 2004. 




   

   

Comentarios

  1. Muy interesante. Hay que ver el origen de lo que es el barrio de Árrixaca, hoy sede del complejo hospitalario.

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