Isaac Asimov, La Alta Edad Media

    "Bajo Teodorico, Italia emitió los últimos y débiles rayos del saber romano.

    El principal sabio romano de la época de Teodorico fue Anicio Manlio Severino Boecio. Nacido en 480, Boecio fue el último de los filósofos antiguos. Fue cónsul en 510 y sus dos hijos también lo fueron juntos en 522. El sentimiento de que Roma era aún lo que había sido antes tenía tal fuerza que Boecio pensó que había alcanzado la cumbre de la felicidad al ver  sus hijos alcanzar la dignidad de un título que, en realidad, carecía de significado excepto por el honor que confería.

    Boecio tradujo algunas obras de Aristóteles al latín y escribió comentarios sobre Cicerón, Euclides y otros autores antiguos. Fueron sus palabras, no las originales -su traducción de la Lógica de Aristóteles, por ejemplo- las que sobrevivieron en los seis siglos siguientes. 

    Otro romano, Flavio Magno Aurelio Casiodoro, nacio en 490 y que vivió hasta la patriarcal edad de noventa y cinco años, fue tesorero de Teodorico y sus sucesores. Dedicó su vida al saber y abrigó la esperanza de fundar una universidad cristiana en Roma para detener la gradual decadencia de la educación. Pero los tiempos no eran propicios y no había modo de que la sociedad secular pudiese apoyar tal institución educativa. Tuvo que volverse hacia la religión. Fundó dos monasterios, otorgándoles su apoyo a cambio de la garantía de que reunirían libros valiosos de todo género y los harían copiar.

    Fue Casiodoro quien estableció la relación entre los monjes y la copia de manuscritos. Esto fue fundamental para mantener encendida, por tenue que fuera, la lámpara del saber en los duros siglos que seguirían". 

Isaac Asimov, La Alta Edad Media, México, Alianza Editorial Mexicana, 1983.




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